23/12/09

Repasando un año que ojalá no se repita (Parte 1)

   El año 2009 comenzaba con los mejores augurios. Boca venía de ganar en gran arremetida y en un triangular de desempate el Apertura´08. El Gran Carlos Bianchi se sumaba al club en el cargo de Mánager General, el equipo se reforzaba con la incorporación del Pato Abbondanzieri, no se preveían ventas masivas y el rendimiento y rodaje de los más jóvenes parecía aconsejar la no incorporación de más jugadores.

   El verano daba pie al mayor de los optimismos. La pretemporada empezaba con un empate en 0 ante San Lorenzo, con un equipo conformado con mayoría de pibes, el 17 de enero. Tres días más tarde con casi la misma formación se vencía a Independiente 2-0 en Salta. El 24 de enero, los habituales titulares debutaban en Mar del Plata derrotando a river 2-1, con dos goles de Jesús Dátolo en lo que sería su último partido en Boca, pues emigraría rumbo al Nápoli. La pretemporada anotaría dos triunfos más, ambos con un mix de titulares y suplentes: 2-1 a Rácing, para adjudicarse el torneo de verano, y un 2-0 a river, nuevamente, ahora en Mendoza, para cerrar un verano perfecto.

   De la misma manera comenzaron las competencias oficiales, el Clausura y la Libertadores, victorias ante Gimnasia de Jujuy 2-1 y ante Deportivo Cuenca 1-0. Pero, en el ámbito local, rápidamente el equipo empezó a perder el ritmo. Dos derrotas consecutivas, ante Newell´s (0-2) como local y como visitantes de Lanús (0-1), un triunfo en casa ante Huracán (3-1), derrota en Avellaneda ante Independiente (0-2), victoria de local ante Argentinos (3-0), empates consecutivos ante Tigre (0-0) y Godoy Cruz (1-1) y caída ante el Pincha (1-0), marcan hacia la mitad del torneo un andar zigzagueante que nos aleja rápidamente de la punta y la lucha por el título.

   Pero, en el frente externo, el que siempre tiene prioridad en el primer semestre, las cosas venían muy bien. A la victoria inicial ante Cuenca como local, se suceden triunfos en cadena ante Táchira (1-0 allá), Guaraní (3-1 acá y allá), una derrota aislada ante Cuenca en la altura de Ecuador (0-1) y victoria final ante Táchira por 3-0 en la Bombonera, el 30 de abril, para terminar cómodos punteros del grupo.

   Mientras en el Clausura, pasada la mitad del torneo las cosas empeoraban. Empate con river (1-1), derrotas ante Central (0-2) y Banfield (2-3), sepultaban cualquier aspiración de campeonar. De poco servía empatar con San Lorenzo (1-1) y derrotar a Arsenal (2-1).

   Todos los cañones ya en mayo, apuntaban a la Libertadores, y no podíamos ni imaginar que se vendría la gran frustración del año. El rival de octavos de final era el Defensor Sporting uruguayo, a priori, más que accesible.

   El partido de ida en Uruguay, el 14 de mayo, arroja un 2-2 con gusto a poco. Dos veces estuvimos en ventaja, con goles de Palermo y Palacios, pero los locales lo levantaron ambas veces para llegar a un empate, que a pesar de todo era un resultado excelente por el gol de visitante. En la revancha, en La Bombonera, una semana después todo estaba dispuesto para un cómodo acceso a cuartos de final, cosa que venía sucediendo como mínimo desde el año 2000. Pero Boca jugó un partido pésimo, ante un rival que no salía de su asombro por como se le facilitaban las cosas. Promediando el primer tiempo, los visitantes llegan al gol que les daba la clasificación. Baldazo helado en La Bombonera. A partir de entonces y hasta el final, Boca fue impotencia y desesperación en busca de un empate salvador que no llegaría. Derrota, eliminación y frustración grande.

   Esta derrota fue una bomba atómica al interior del mundo Boca. Todas las diferencia y las internas que venían larvadas, explotaron juntas. Las divisiones en el plantel (dos o tres grupos según el medio que lo analizaba y todos contra todos), las peleas entre dirigentes que venían desde el nombramiento de Bianchi como Mánager General, y el desprolijo “renunciamiento” de Ischia, que tenía contrato hasta fin de año, pero al que los dirigentes querían echar, eso si, sin que no se notara, y él no se quería ir, pero aceptaba irse luego del Clausura, o sea dirigir 4 partidos más. Todo muy loco, para nada acorde con la última década que habíamos vivido.

   Como no podía ser de otra manera, en el Clausura las cosas fueron de mal en peor, Vélez nos derrota (0-2), se logra la victoria frente al casi descendido San Martín de Tucumán (3-0) y la catastrófica caída ante Rácing (0-3) adelanta los tiempos y se va Ischia, quedando Abel Alves como técnico interino. Volvemos a perder y como locales ante Gimnasia L.P. (1-2) y cerramos el torneo ganando inesperadamente en Santa Fe a Colón (3-0), para finalizar en la posición 14, con solo 6 partidos ganados, 4 empatados y 9 perdidos.

      Fin de un semestre desastroso, en el que pintamos para ganar todo y nos quedamos sin nada, técnico incluido.

 

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