Parafraseando la letra de una muy linda canción del Alberto Cortez, Boca ha dado una vueltita más. Van muchas en pocos años, que lindo es marearse así.
Si, ya sé, que es un torneo de verano, que no hace historia, que el propósito es ponerse a punto para lo que viene, etc. Pero si al título se llega invicto, jugando buen fútbol, dándole muchos minutos a pibes y jugadores que habitualmente no son titulares, si estos jugadores han rendido en un alto nivel la mayoría de ellos, si descubrimos valores que perfilan un buen rendimiento a futuro (Sauro), si los pocos minutos que jugaron los titulares demostraron estar en buen nivel de juego, actitud y funcionamiento, si la parte dura y física de la pretemporada no ha dejado ninguna lesión importante, más allá de alguna contractura menor, entonces si, el título tiene un valor importante.
El partido de anoche fue una simple continuidad de lo que se vio en los anteriores. Un Boca muy bien plantado, rápido y astuto cuando tuvo la pelota, y un rival que mezcló impotencia, falta de definición, nervios y escasa jerarquía. Más o menos lo mismo que los rivales anteriores, salvo tal vez, el caso de San Lorenzo, donde no se puede cuestionar la jerarquía de su plantel.
De cara a lo que se viene, Boca, está muy bien plantado y con sobradas razones para el optimismo, razones que humildemente desgranamos acá.
El domingo, será, en Mendoza, la última parada del verano. Será como siempre, si se da, muy lindo volver a ganarles. Pero de poco servirá el invicto del verano, y los triunfos sobre ellos, si no se le gana el 8/2 a Gimnasia de Jujuy en el 23 de Agosto, o a Deportivo Cuenca/Anzoátegui (el que clasifique), el 17/2 en la Bombonera.
O sea, lo importante está en otro lado, no en un partido contra el ULTIMO ULTIMO (¿serán últimos también en el verano?), ni en marearnos con una vueltita en la playa.
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