El segundo semestre del año venía con muchas expectativas y cambios.
Culminado el proceso Ischia, los dirigentes a instancias de Carlos Bianchi, van a la carga por Alfio Basile para que este encabece su segundo ciclo en el club. El Coco no pone mayores impedimentos y rápidamente se transforma en el técnico de Boca. Su experiencia, los títulos logrados en su primer paso, su llegada a los “referentes” y su muñeca para manejar el vestuario son los principales argumentos para su contratación.
En el plantel se producen dos bajas fundamentales de arranque. El colombiano Vargas no renueva su contrato y se va a España, Rodrigo Palacios es vendido al Genoa en una cifra irrisoria en comparación a lo que se lo pudo vender un año atrás (menos de 5 millones de euros contra 21 millones de 10 meses atrás, cuando se negó a ir a la Lazio). Sus lesiones recurrentes, el bajo nivel durante el año y la crisis económica mundial determinaron esta baja de cotización. Lucho Figueroa es otro gran jugador que deja el plantel al no acordar las condiciones para su continuidad. Con el correr de los días también fueron vendidos Roncaglia, Forlín, Paletta (se fue y lo devolvieron). No arregló su contrato Ibarra y anunció su retiro del fútbol. Basile lo pidió a gritos, lo fueron a buscar y terminó renovando contrato. Empezaban las desprolijidades.
En el rubro incorporaciones, entre compras y retornos, lo más destacado fue las incorporaciones de Insúa, Medel, Gunino, Marino y Rosada (un largo sainete).
Todo comenzó en Europa. Boca fue invitado a jugar la Audi Cup en Münich, y tuvo un buen papel en la competición. El 29/7 caímos ante el Manchester United por 1-2 y el 30/7 empatamos 1-1 frente al Milan para luego derrotarlo por penales y terminar terceros en el cuadrangular que ganó el local Bayern.
La gira prosiguió unos días más y nos llevó a Austria donde el 3/8 vencimos 1-0 al Lask de Lins, el 5/8 en Grecia derrotamos al Aris Salónica 1-0 y el 8/8 el vencido fue el AEK de Atenas, esta vez por 2-0. Fin de una muy buena gira y todas las ilusiones enfocadas en el ámbito local.
El desafío del semestre era hacer un muy buen Apertura que permitiera, en caso de no ganarlo, revertir la mala campaña del Clausura y clasificar a la Libertadores 2010 por puntos. También estaba la Sudamericana, que si bien no era prioridad, tampoco se la descartaba de entrada. Nada se cumpliría.
Mientras a nivel nacional el nacimiento del “Fútbol para Todos” atrasaba el comienzo del Apertura, el debut oficial se produce el 20/8 ante Vélez Sarsfield, por la Sudamericana. Muy buen partido de Boca, amplio dominador, sobre todo en el primer tiempo, pero que no lo puede plasmar en el resultado y todo termina 1-1.
El 23/8 comenzamos el Apertura con un sorpresivo empate en La Bombonera ante Argentinos Jrs. 2-2. Sorpresivo porque a priori era muy accesible, ellos venían de ser últimos en el Clausura, pero al término del primer tiempo nos ganaban 0-2. Una ráfaga goleadora de Marino empató el partido en 2 en seis minutos. Un preanuncio de lo que vendría. En la segunda fecha, todo parece encarrilarse con un valioso triunfo como visitante 2-1 ante Lanús. De vuelta en La Bombonera, un insípido empate ante Newell´s 1-1. A comienzos de septiembre, viajamos a Tucumán, jugamos horrible y perdemos ante Atlético 0-2. Chau invicto.
Entresemana, otra derrota, el 16/9 Vélez nos elimina de la Sudamericana al derrotarnos 0-1, en un partido donde la diferencia debió haber sido de varios goles más de no mediar la mejor noche del Pato en el año.
Si bien la Sudamericana no era prioridad, una eliminación tan temprana debía dejar secuelas. Y las dejó. Cuatro días más tarde el 20/9, Boca cae como local ante Godoy Cruz 2-3, y parece estallar todo. Basile avisa que se va y de inmediato concurren al hotel donde el equipo concentra, los “referentes del plantel”, dirigentes, Bianchi y amigos personales del dt. que consiguen convencerlo de no presentar la renuncia. ¿Las causas de una renuncia que no fue?, el fastidio del técnico por la nula prestación del grupo, la desidia y las internas que todavía no podía revertir. Parece que el pataleo surte efecto, porque los jugadores se prometen tirar todos para el mismo lado y dejar las diferencias personales para otro momento.
En el siguiente partido no se nota mejoría mayor, Estudiantes nos derrota 1-2, pero Basile no hace ningún amago. Sí se nota una mejoría (al menos en la actitud y en el resultado) recibiendo a Vélez, y derrotándolo 3-2, luego de estar dos veces abajo en el marcador. El gol de cabeza de Martín desde casi la mitad de la cancha, sencillamente inenarrable.
Comenzó acá el mejor momento de Boca en el torneo, porque luego de vencer a Vélez, hilvana dos triunfos consecutivos más, ante Rácing 2-1 y Tigre 2-1. Mitad de torneo y llegaba el superclásico. Pésimo primer tiempo, con derrota parcial, pese a que el Pato ataja un penal, gran levantada en el segundo tiempo y 1-1 final con gusto a poco, por como se había dado el partido. Unos días después, entresemana, recibimos a Chacarita y lo vencemos 3-0 retomando la senda triunfal. Pero fue una victoria “a lo Pirro”, Riquelme se rompe la fasia plantar del pie derecho y queda afuera por el resto del torneo. Sin Román se comienzan a suceder partidos sin victorias: caída en Rosario ante Central 0-2, y queda afuera del resto del torneo Battaglia, empate a cero con Colón, y empate 1-1 ante Arsenal.
A esta altura ya estaba todo perdido. Lejos de la punta y más lejos aún de llegar a la Libertadores del próximo año, el equipo empeora aún más (si es esto posible) su juego. Pese a eso vence a Gimnasia L.P. 4-0 (un espejismo). Luego catastrófica caída ante San Lorenzo 0-3, otra derrota en un clásico a manos de Independiente 1-2, un insípido empate en cero ante Huracán y la sorpresiva victoria ante el nuevo campeón, Banfield por 2-0 marcan el final de un año inolvidable, por lo malo.
No se pelearon campeonatos, se soportaron peleas entre jugadores, entre dirigentes, del cuerpo técnico, y sin embargo no hubo un insulto, un silbido ni un trapo en contra de nadie. Los bosteros hemos respondido con paciencia y agradecimiento a un plantel que nos ha dado demasiadas alegrías. Pero se deberán tomar medidas urgentes. Es impensable repetir un año así y que siga la paciencia.
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