19/3/09

Con chapa y estirpe copera


En lo que va de esta Copa Libertadores, ya van 12 partidos jugados por los distintos equipos argentinos (Boca, river, Lanús, Estudiantes y San Lorenzo) y solo se registran 2 triunfos. Los mismos corresponden a un mismo equipo y en el mismo números de salidas de la Argentina. Obviamente ese equipo es Boca Juniors, con triunfos 1-0 a Deportivo Táchira, hace 2 semanas en Venezuela y ayer, 3-1 a Guaraní en Paraguay. ¿Casualidad?. De ninguna manera. Si bien ya en este blog hemos analizado varias veces posteando sobre esta Copa Libertadores, que Boca, hacia dos ediciones que no ganaba de visitante en la fase de grupos, no es menos cierto que fueron circunstancias extraordinarias, pues todos los partidos fueron en la altura de Bolivia, México y Perú. Ojo, que el último partido que nos queda de visitante en este grupo es en la altura de Cuenca.
Pero, este año se está dando la combinación ideal de un buen equipo, seguro experimentado, consciente de lo que es jugar una Copa Libertadores, y un plantel más extenso que en otras ocasiones, que permite rotar jugadores entre campeonato y copa y aún dentro de un mismo partido sin resentir la estructura. Y ayer se vio esto en toda su dimensión.
Guaraní no fue el rival fácil y accesible que acá preveíamos. Bien parado, con Fabbro como figura, trató de recuperar en el medio y salir rápido. Así logró que el Pato en el primer tiempo tuviera varios sofocones y que sobre los 35´se abriera el marcador, con el cual terminaría el primer tiempo. Boca buscó siempre y como siempre. Mucha posesión de pelota, dominio del campo y esta vez llegadas que pudieron tener destino de gol, cosa que no sucedió en el primer tiempo. Ni bien arrancó el segundo, golazo de Mouche, mal anulado por inexistente offside. El dominio visitante se hizo más notorio, las contras del local comenzaron a mermar al compás de la merma física y sobre los veinte minutos, penal a Ibarra, que solo el árbitro presa de un delirio puede haber imaginado. Román lo transforma en el empate y ahí sí, se derrumbó física y anímicamente el local. Ingresan Martín y Rodrigo, por Lucho y Mouche, Román se hace incontrolable y empieza a mover los hilos. Dos pelotazos en los palos paraguayos, de Rodrigo y Román preanuncian el final de la historia, que concluye con dos goles de Martín, a los Martín y de Rodrigo, culminando en gran forma una exquisita jugada colectiva.
Final, tres jugados, tres ganados, la clasificación virtualmente al alcance de la mano. Solo queda asegurar el primer puesto sumando muchos puntos, para así definir en la Bombonera la mayor cantidad posible de cruces a partir de octavos de final.

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