Pleno verano en Argentina, verano a pleno en Mar del Plata, corazón de las costa Argentina. Y esta Mar del Plata, agobiada de calor y en medio de una histórica sequía, recibió el primer superclásico del 2009.
Siempre se dice que es un partido especial, que no interesa la actualidad de los equipos, que sale mejor parado el que llega en peores condiciones, que es una visagra hacia el futuro, que, que, que, mucho palabrerío que al menos ayer no tuvo sustento en lo que se vio en la cancha.
El José María Minella (repleto a más no poder), fue escenario de una continuación en la realidad que enfrentan ambos equipos desde hace varios meses.
De un lado, el aplomo, la seguridad, la convicción de que pase lo que pase se conseguirá el objetivo deseado. Convicción que permite superar los obstáculos que presenta un partido de fútbol (por caso, ayer, la expulsión, muy correcta, de Battaglia y la desventaja en el marcador, un minuto después). El hecho de que cada jugador que entra a reemplazar a un compañero cumple con creces lo que se espera de él. Josué Ayala, en el arco, cumplió una labor excepcional. Roncaglia, habitual marcador central, reemplazó más que correctamente a Ibarra. Gracián en lugar de Román, Mouche en el de Rodrigo, cumplieron actuaciones correctas en el primer tiempo. Sus reemplazos, en el segundo, Pochi Chávez y Noir fueron decisivos. Y ahí, una vez más, la mano del entrenador, que siempre en los cambios, apuesta a ganar el partido, aún en desventaja numérica. Y los jugadores le responden. Chávez metió el pase en cortada para Noir, que ingresó al área superando a Abelairas y provocando el penal de este, que se transformó en el que definió el partido con la precisa ejecución de Jesús Dátolo. Jesús, la figura de la cancha, ha sumado a su habitual despliegue, mayor aplomo y serenidad, que le permiten ser una pieza cada vez más importante en el engranaje del equipo (y pensar que tantas veces lo discutí y le auguré futuro de banco por largo tiempo).
Del otro lado nervios, apuro, necesidad de ganar como sea. Lo que lleva a no poder aprovechar circunstancias altamente favorables como lo fue el quedar con un hombre más y en ventaja en la primer media hora del partido. Pero esto será materia de análisis de los muchos sitios y blogs que siguen la campaña de la alicaída banda de Nuñez, cada vez más en banda.
El partido en sí, tuvo un media hora algo favorable para river, en la que consigue la ventaja. A partir de ahí se asienta Boca, alcanza rápido la igualdad antes del final del primer tiempo y en todo momento del segundo tiempo se notó una mentalidad y una postura ganadora de la que carecía el rival, a pesar de que no hayan abundado las situaciones de gol.
En resumen, por presencia, actitud y estado de ánimo, se plasmó en el campo de juego, la diferencia entre el ULTIMO CAMPEON Y EL ULTIMO ULTIMO.
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