Las malas rachas se sabe cuando empiezan, pero no cuando terminan; reza un viejo dicho popular. Y se puede aplicar perfectamente al presente de Boca.
Eliminados traumáticamente de la Libertadores, pocos días antes, con el culebrón de la desvinculación, renuncia o expulsión del técnico en pleno desarrollo, diezmado por lesiones o nanas varias, Boca se presentó en cancha de Vélez para enfrentar a uno de los candidatos al título.
Y la verdad es que durante casi una hora de juego cumplió un papel que se puede catalogar de digno. Sin grandes producciones, ni individuales ni grupales, pero logró controlar con bastante solvencia a un Vélez chato y consumido por los nervios.
Y eso que, como parte de las malas que transitamos, en dos minutos que van de los 20´ a los 22´ del primer tiempo, salieron por lesiones Paletta y Morel, obligando a quemar dos cambios en momento tan temprano del partido. Boca no llegaba demasiado y tampoco Vélez, que quería más pero solo llegó con un tiro en el travesaño de Cubero. Pero, en los últimos 5´del primer tiempo, Boca llegó muy claro en tres ocasiones. Primero Palermo sacudió el palo, después Montoya le saca un cabezazo a boca de jarro a Vargas y por último Palacios desvía un cabezazo solitario frente al arco.
Los primeros quince del segundo tiempo mostraron un Boca dispuesto a buscar la victoria con más impulso. Insinuó mucho y concretó poco. Pero al cumplirse el cuarto de hora todo se trastocó en un minuto. Horror garrafal de Cáceres, regalito a Rodrigo López y 1-0. Un minuto después, desatención de los centrales, ingreso solitario de Cristaldo y 2-0. Partido liquidado.
Vélez se dedicó a toquetear la pelota y nos perdonó la vida. Boca todo impotencia. Forlín expulsado, Roncaglia ve la quinta amarilla, confusión y desorden en la cancha, ninguna indicación desde el banco en todo el partido, muestra del momento que se vive. Y como a esta altura, ni el tiro del final nos va a salir, sobre el final del partido, cabezazo de Martín al gol, despejado sobre la línea por un defensor local.
Triste presente, incierto futuro, esta es la dura actualidad Xeneize. El correr de las horas traerán raudales de novedades, los diarios, programas de tv y radio se harán un festival con nuestra crisis. Hablarán los que deban hacerlo y los que no. Los que saben y los que fabulan. Los que quieren el bien de Boca y los que quieren el propio. En fin, días duros por delante. A enfrentarlos con garra y estoicismo, que después de todo, después de la noche más oscura, siempre, pero siempre sale el sol. Ese que está, aunque no lo veamos.
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