Punto final para una gira europea, a todas luces exitosa. Boca le ganó muy claramente al AEK Athens por 2-0 en el imponente Estadio Olímpico de Atenas, que no estuvo lleno, ni mucho menos y donde se sintió mucho menos el calor y la pasión de los locales que en Salónica.
Mouche fue la gran figura de un Boca muy parejo en todas sus líneas. De un desborde y centro suyo, el gol de Palermo, eterno Martín, que abrió el marcador. Y de su zurda, aprovechando un pase quirúrgico de Román en cortada, sale el 2-0 definitivo.
El Xeneize controlo el partido en todo el desarrollo. No pasó graves apremios defensivos, tuvo dominio y administración del balón continuamente, no abusó de pelotazos ni de centros sin sentido, probó bastante y con buena puntería desde afuera, sobre todo en el primer tiempo y tuvo algo más de eficacia que en los partidos anteriores.
Una buena prueba que cierra una gira que colmó las expectativas y los objetivos que se trazaron al emprenderla. Sobre todo de parte del técnico, que vino a encontrar su once ideal y a todas luces lo ha encontrado
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