21/6/11

Clausura 2011. Mucho ruido y pocas nueces. Parte I

   El turbulento 2010 llegó a su fin con la contratación del quinto técnico. Ese año empezó con Basile, siguió con Alves, terminó el primer semestre con Pompei, arrancó el segundo semestre con Borghi, lo terminó con Pompei de nuevo, y se cerró con el desembarco de Julio César Falcioni como nuevo técnico, con contrato hasta diciembre de 2011, coincidente con las elecciones en el Club.

   La llegada del nuevo dt constituye un desafío personal del presidente Ameal, que lo impone por sobre las preferencias de otros integrantes de la C.D. Viene con el antecedente fresco del título conseguido con Banfield (Apertura 2009), y con fama de técnico “trabajador”, amante de la disciplina y de los equipos “bien trabajados” y “estructurados”. Para el técnico llegar a Boca significa una revancha del fallido de 5 años antes, cuando, ya apalabrado por Macri, fue “volteado” por la negativa de Maradona, por entonces asesor del presidente que impuso su preferencia por Basile.

   El nuevo entrenador empezó con el pie derecho. Pidió empezar antes la pretemporada, pidió refuerzos puntuales y empezó la ronda de declaraciones diciendo lo que todos queríamos escuchar.

   Los primeros días fueron un paraíso. La pretemporada en Tandil marcaba mucho entrenamiento, un clima distendido, refuerzos que empezaban a sonar (al final fueron tres, Rivero, Somoza y Erviti, este último en medio de un gran tira y afloja con Banfield), y los primeros amistosos que encendieron las ilusiones de todos. Además de los referidos refuerzos se esperaba con ansias el retorno de sendas lesiones de Riquelme y Battaglia, “dos refuerzos más y del mejor nivel” proclamaba el técnico, que en todo momento se deshacía en elogios hacia Román, mientras presionaba por la llegada de Erviti.

   Por entonces la mayor duda que se planteaba era como encajaría Román en la idea de juego de Falcioni, sabiendo que este prefería el esquema 4-4-2, sin enganche, cosa que debería modificar de raíz para poder hacerle lugar al 10, símbolo por excelencia del enganche. No le sería fácil.

   Los primeros amistosos del verano mostraron un Boca arrollador: 2-0 a Independiente, igual marcador en el primer superclásico, 3-0 a San Lorenzo (todos en Mar del Plata) y empate a 1 en el último súper en Mendoza, levantaron las ilusiones a las nubes y posicionaron a Boca como el candidato indiscutido por todos.

   Mucha presión en el medio, salida veloz cuando se recuperaba la pelota y una llamativa solidez defensiva eran los signos característicos de un equipo, al que se suponía, que una vez que se incorporaran Román, Erviti y Battaglia sería muy difícil sacarle siquiera un punto. Qué lejos estaría la realidad de esos pronósticos.

   Para el debut en el Clausura Falcioni decide tirar todo lo que tiene en la cancha, y de un plumazo cambia todo el medio del equipo que había gustado en el verano y también el esquema. Entran Román y Battaglia (sin fútbol casi durante 6 meses), y también Erviti (recién llegado y falto de acople. En realidad en acople todavía lo está buscando). La Bombonera es una fiesta, las expectativas están por las nubes, pero Godoy Cruz, el rival no se entera de nada de esto y nos propina un 1-4 rotundo, aunque exagerado a todas luces.

   El baldazo de agua fría afectó más a Falcioni que a nadie. A partir de ese primer partido comenzó un sin fin de pruebas, retoques y búsquedas más ligadas a la inseguridad que a la persecución de la excelencia.

   En la segunda fecha, visita a Rácing, vuelta a 4-4-2 (Román lesionado), se gana 1-0, se juega muy feo pero se rescatan 3 puntos. Volver a empezar.

   En la previa de la tercera fecha (recibimos a All Boys), Román declara públicamente que está para volver. Falcioni lo desautoriza sin explicaciones y le da la pechera suplente en el entrenamiento de práctica futbolística. Y aunque después del partido declara que no lo veía bien físicamente, en la conferencia de prensa previa al partido da a entender que quiere volver al equipo del verano “y al que tan bien jugó con Rácing”. Nadie toma en serio eso, saltaba a la vista que imaginaba un Boca sin Román. Los hechos posteriores le darían un cachetazo.

   Contra All Boys, Boca domina todo el partido, crea cantidad de opciones de gol, el arquero rival ataja y saca todo y la cosa termina en un opaco 0-0, que sumado al malestar por la ausencia de Román, enturbia más el panorama. Cabe consignar que tampoco Erviti (el mimado del dt) está en el once titular, sin embargo entra al campo apenas iniciado el segundo tiempo. Su aporte, como a lo largo de todo el torneo, nulo.

   En la previa de la fecha 4, Román, sobrecargado en entrenamientos se lesiona y es baja segura. Falcioni puede repetir el “esquema que tan buenos resultados da” y ya con Erviti de titular. La visita a Vélez es otra muestra más de lo mal que juega el equipo, se pierde 0-1, y el panorama se va enturbiando.

   En la fecha 5, hay que visitar a San Lorenzo. Se juega muy mal, el partido es de tono mediocre, el local llega al gol con un remate de larga distancia, Boca no tiene ninguna reacción, y sin merecerlo pues el partido tenía inexorable destino empate en cero, San Lorenzo se queda con los tres puntos. El clima se empieza a poner irrespirable.

   Para calmar las aguas en vísperas de la fecha 6 en la que se recibe a Olimpo, nada mejor que anunciar la vuelta de Román, y llevar las expectativas por ese lado. Sin embargo el equipo toca fondo, cae por 0-2 en La Bombonera, se lesiona gravemente Rivero, de lo mejor que llegó, que queda afuera por 10 fechas. Román es de lo mejor del equipo pero no puede torcer la historia. Tercera derrota en serie, cuatro partidos sin convertir y Falcioni que es insultado por buena parte de La Bombonera.

   Con olor a fin de ciclo, el equipo viaja a Santa Fe para visitar a Colón. Rumores de todo tipo sobre el reemplazo de Falcioni, en caso de derrota, se ventilan durante la semana. El técnico opta por un esquema ultradefensivo con Palermo como único delantero y Román como especie de media punta. Como corolario de un planteo tan temeroso sale un partido chato y anodino, en el que Boca casi no registra jugadas de peligro en su propio arco, pero que le cuesta horrores generarlas en el arco de enfrente. Casi sobre el final, un soberbio tiro libre de Román destraba el partido, decreta triunfo por 1-0 y algo de distensión.

   Para la fecha 8, viene el campeón vigente, Estudiantes. Y si bien por entonces el pincha estaba bien asentado en la Libertadores y descuidaba bastante el campeonato local, al anunciar a todas sus figuras se perfilaba como rival de sumo riesgo. Falcioni hace honor a “equipo que gana no se toca” y vuelve a salir con el mismo esquema (timorato) que frente a Colón. La cosa no empieza de la mejor manera porque a poco de comenzar el visitante se pone en ventaja. A los pocos minutos otro soberbio tiro libre de Román pone el empate parcial, y en el descuento, después que Falcioni, en uno de los pocos raptos de agresividad en el torneo hizo cambios ofensivos, Viatri de cabeza logra el gol de un más que celebrado 2-1 que parece que vuelve a encender las ilusiones, más por enhebrar dos triunfos al hilo que por el nivel de juego.

   La primer mitad del torneo se cierra con la visita a Lanús por la fecha 9. Ahí un baño de realidad. Luego de 75´ minutos chatos y anodinos, el que hace cambios ofensivos es el local y tiene su premio, Boca cae 0-2 y sigue sumergido en el fondo de la tabla.

   La primer mitad del Clausura es lapidaria: en 9 partidos solo 3 triunfos, 5 derrotas y 1 empate, escasos 5 goles a favor y 11 en contra. Navegando en el fondo y mirando con preocupación el promedio para la próxima temporada. Encima, Palermo, el gran goleador, no había convertido goles en ningún partido, el lamentable juego del equipo no lo abastecía y él erraba lo poco que le llegaba. Panorama desolador. Por suerte, al menos desde los números las cosas cambiarían en la segunda mitad del torneo.

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