Otro mal partido de Boca, otra actuación para no llamarnos a engaños. El “esquema” de Falcioni que dio buenos resultados (desde lo numérico) en la emergencia de sumar puntos, hoy no funcionó (para ser precisos, funcionó un poco peor que en los partidos anteriores), y el resultado final fue derrota por 2-0 frente a Lanús como visitantes.
Es difícil precisar en la práctica que es lo que pretende hacer Boca. Ya desde la teoría suena difícil y complicado. Módulos de ataque y defensa con posiciones móviles. Lo que vimos hoy es tan confuso como la definición teórica.
Boca tuvo la pelota la mayor parte del tiempo. Dominó terreno y se plantó en campo rival. Pero no sabe que hacer con el balón en su poder. Todo depende de la jugada inspirada de Román, y Román solo no puede. Siempre se cayó en el embudo del medio. Pochi a los ponchazos, termina indefectiblemente chocando. A Erviti lo llenaron de moretones ante la impasible mirada del árbitro. Clemente, por derecha tiende a cerrarse, Monzón no sube por afuera y se ofrece como descarga a Román ni aunque le rueguen o lo insulten. Y así es muy difícil. Encima Martín, que recibe poco y nada, prolonga su sequía haciéndole muy fácil al arquero el único centro que recibió como la gente, ya en el segundo tiempo, poco antes de ser reemplazado por Viatri.
Algo funciona mal, si se domina campo y pelota durante 75´al menos y solo se generan tres situaciones de gol. Dos remates desde afuera, de Pochi al comienzo del partido y de Román al finalizar el primer tiempo (grandes sacadas de Caranta que se fue lesionado al término de ese tiempo), y un cabezazo de Caruzzo en un córner al comenzar el segundo tiempo. Demasiado poco.
Y algo debe funcionar muy mal, cuando un rival, agazapado en su campo, con pretensiones de salir rápido de contra, no genera peligro por propios méritos, y en cambio se le regalan situaciones favorables por errores de coordinación o de marca propios de jugadores amateurs.
Y algo funciona muy mal, si ese rival se despierta, faltando un cuarto de hora, merced a un par de cambios acertados, pasa a controlar un poco más el medio del campo, comienza a llegar, nos encaja (lo ayudamos mucho) un par de goles y termina floreándose al grito desaforado de ole, ole de su tribuna, que un rato antes ni soñaba con eso.
Teniendo en cuenta que el objetivo es sumar, y ni siquiera teniendo el consuelo que se pierde sin merecerlo, se llega a la triste comprobación que ni una golondrina hace verano, ni dos triunfos encarrilan un semestre que sigue muy complicado.
Otra vez a agachar la cabeza y seguir esperando una mejoría. Total, la esperanza es lo último que se pierde.
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