8/9/09

Parte médico: grave y con pronóstico reservado

    Mientras escribo estas líneas la Selección está en pleno viaje hacia Asunción para jugar una gran parte de sus chances de llegar al Mundial, mañana en el Defensores del Chaco.

    Y el título del post alude a que si fuera un paciente internado en un hospital, ese sería el parte médico a esta altura de la noche.

   Grave, porque el mazazo de la derrota frente a Brasil ha sido muy grande. Se planteó un escenario de confianza absoluta en el triunfo, se obró en consecuencia y entonces un resultado que nunca es descabellado (perder con Brasil), golpeó más de lo debido.

   Y lo reservado del pronóstico alude al post partido con Brasil y la previa con Paraguay.

   Lo lógico hubiera sido calmar los ánimos y preparar el encuentro con los paraguayos, analizando las actuaciones como visitantes de nuestro equipo y pensando el partido de acuerdo a las circunstancias que viven ambos seleccionados.

   Paraguay viene de ganar como local, angustiosamente a Bolivia, hacía 4 partidos que no ganaba y está muy cerca de cerrar la clasificación. No hay que pensar mucho para suponer que saldrá a esperar y ver que es lo que propone Argentina. Se cerrará atrás y procurará la salida rápida y el aprovechamiento integral de las pelotas paradas, histórico punto fuerte de los guaraníes.

   Sabiéndose esto de antemano y con solo 4 días entre una dolorosa derrota y este partido clave, Maradona parece, a priori, volver a equivocar el camino.

   Por empezar los cambios que introduce (Romero por Andújar, Papa por Otamendi, Gago por Rodríguez y Agüero por Tévez) omiten el fuerte juego paraguayo de alto. Solo dos especialistas en este juego presenta el equipo, pareja de centrales Domínguez y Heinze. Vuelve al doble cinco (medida acertada) y corre a Verón a la derecha, como carrilero y eso que arrastra el desgaste del partido del sábado. Y arriba, con Agüero y Messi se sigue insistiendo con los petisos, se arriesga a seguir chocando por el medio, sin abrir por los costados, solo Dátolo cumpliría esa función. Y en caso que se desbordara, ¿quién aprovechará el centro?.

   Por lo tanto lo más aconsejable sería esperar, dejar que el rival, con la “obligación” de todo local de buscar el resultado se venga y deje espacios, que puedan aprovechar la velocidad y habilidad de Messi, Agüero o Dátolo, o los punzantes estiletazos de Verón o Gago. Encima, Argentina saldrá a la cancha sabiendo los resultados de Colombia y Ecuador. Lo peor que podría suceder son triunfos de ambos, que transitoriamente nos dejarían sextos. Tampoco en este caso extremo es desdeñable esperar y tratar de asegurar un empate que fuerce un triple empate en el cuarto puesto y definir todo en las últimas dos fechas.

   Para terminar no se entiende demasiado el cambio de arquero. Queda Andújar así como uno de los responsables directos de la derrota del sábado. Solo se lo puede culpar, y siendo muy puntillosos, de una salida apresurada en el tercer gol, pero no entra en su lugar su supuesto reemplazo natural, Carrizo, sino que en un encuentro clave y muy caliente, hace debutar en la mayor al campeón olímpico Romero. Arriesgado e inentendible a priori.

   Por lo tanto, parece que saldremos nuevamente a jugar a cara o ceca, buscando un triunfo, que si se diera sería importantísimo, pero que en el albur de conseguirlo arriesgaremos demasiado, cuando lo más prudente y aconsejable sería hacernos fuertes atrás, asegurar un punto y ver, de contra de ganar los tres. O sea, mirarnos en el espejo de Brasil, que mal no les está yendo.

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