Por Román Iucht en Cancha Llena
No se trata de pinchar el globo de los ilusionados que con gran expectativa sueñan con un orden distinto, pero algunas cosas no han cambiado ni cambiarán en breve. No es el objetivo aguar la fiesta que muchos suponen será, el nuevo fútbol argentino, pero hay que decirlo sin eufemismos. Tengo malas noticias para unos cuantos de la patria futbolera. Con Torneos o en amistosos, con Clarines o sin vientos, un denominador común sigue apoltronado en su sillón. Un hombre sigue dominando el emporio del fútbol, repartiendo partidos como si fueran suyos y aglutinando poder desde su "vicepresidencia del mundo".
A los políticos de la Nación llamados para buscar consensos para el país, los recibe el Ministro del Interior. Al humilde ferretero de Sarandí le abre la puerta de su despacho la mismísima Presidenta de la Nación.
Es Grondona. El mismo que convenció a los dirigentes que la AFA es él y no los clubes y que por eso la rescisión del contrato podía ser posible sin siquiera salpicarlos.
Es Grondona. El que les explicó que si antes Canal 7 solo transmitía un partido los viernes, claramente el más flojo de los dos, ahora multiplicará sus panes y les dará cobertura Premium.
Es Grondona. El que siempre miró para otro lado cuando los campeonatos digitaban su fixture, los entretiempos duraban más de veinte minutos y los campos de juego estaban atestados de particulares transformándolos en una mugre.
Es Grondona. El que prefirió quitar al público visitante de las canchas para no seguir perdiendo por goleada el partido contra la violencia en vez de obligar a los dirigentes, con esa fuerza que tantas veces demuestra, a extirpar a los barras de los clubes.
Es Grondona. El que acuciado por las deudas de los clubes incentivó, y lo seguirá haciendo, la instalación del Prode bancado, para recaudar muchas más sospechas que dinero.
Es Grondona. El que reparte de la caja de la AFA a los dirigentes, para tapar sus horrores de administración a cambio de la mayoría absoluta cuando llega el tiempo de las votaciones.
Es Grondona. El que decide que vaya un periodista a explicarle a la prensa lo poco que puede darse como información, no sea cosa que se enoje ante una pregunta que lo incomode o lo fastidie y resulte que su respuesta lo deje mal parado ante los ojos del mundo.
Es Grondona. El que se toma la atribución de rescindir un contrato del cual luego de veinte años se desayunó que era abusivo. Del que ahora le hizo ruido, que jamás pudo verificar el reparto de las ganancias y al que le entregó los diez partidos de cada fecha los cuales eran acomodados a gusto y placer de la TV obligando a los hinchas a diagramar el fin de semana en función del día de cada encuentro. El que permitió partidos entre semana a las tres de la tarde o los domingos de verano a pleno rayo del sol.
Es Grondona. El que preguntó cual era el problema de agregar diez pesos más al abono del cable si total ya se pagaban cien.
Es Grondona. El que toleró tener secuestrados a los goles hasta que el domingo ya fuera lunes y ahora habla de fútbol para todo el mundo por televisión abierta, cuando en innumerables lugares del interior del país es necesario tener el cable para poder ver cualquier canal, el siete incluído.
Es Grondona. El que negocia con el gobierno un contrato de larga duración sin pensar siquiera en una licitación para que distintas empresas se peleen por el fútbol, compitan por su producto y pongan más millones que los que entregará el Estado.
Treinta años posando en el mismo lugar y él siempre como protagonista. Instantáneas con polaroid al lado de militares. Imágenes con rollos revelados flanqueado por radicales. Sonrisas automáticas de cámaras digitales con los compañeros peronistas. En todas ellas, continuamente Don Julio. Siempre presente. Inoxidable.
El nuevo contrato marcará un cambio de forma, pero el fondo seguirá siendo exactamente el mismo mientras el señor de los anillos continúe firme en su cargo. Aunque ahora algunos lo vean como un benefactor de la Nación, habrá que tener memoria. Aunque lo saluden como a un patriota, corresponderá analizar el todo y no pequeños fragmentos. Será cuestión de esperar. El tiempo se encargará de poner cada cosa en su lugar. Todo llega…todo llega.
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