1/5/09

La película del Gol

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    Si Martín Palermo, con sus 35 años y la idolatría que genera hubiera nacido en Estados Unidos y jugara baseball en los New York Yankees, o american football en los Dallas Cowboys, o basketball en Los Angeles Lakers, no cabe ninguna duda que muchos productores de Hollywood ya estaría encargando guiones para llevar su vida y su carrera al celuloide.

   Pero Martín Palermo nació en La Plata, y hoy es ídolo indiscutido de Boca Juniors, idolatrado y respetado por propios y ajenos. Y como en su fuero íntimo debe saber que la película en algún momento se va a hacer, le sigue agregando capítulos al futuro guión a cada momento.

   Dicho guión debería comenzar lejos en el tiempo, donde  han quedado sus inicios en Estudiantes. Con técnicos que lo relegaban y no lo tenían en cuenta. “Es grandote y torpe”, “ es duro, de madera” se decía entonces y muchos siguieron sosteniéndolo durante años. Hasta que el Profe Córdoba lo hace debutar en el Pincha. A fuerza de goles comenzó a ganarse el lugar y el respeto que se merecía. Hacia 1997 se lo disputan Boca y River para contar con sus servicios. Para esto ya era ídolo de su gente, y no solo por sus goles a Gimnasia, a Boca o la goleada a River en el Monumental,  sino que además ya mostraba sus dotes histriónicas y su carisma fuera del campo de juego, haciendo, por ejemplo, una producción fotográfica disfrazado de Marilyn Monroe que fue tapa de revista. Distintos cortes y colores de pelo completaban el look de un verdadero “loco lindo”

    Como en una buena película, el paso trascendental de la carrera del protagonista, esto es su desembarco en Boca, tiene una linda trama. Corría mediados de 1997.  Se dice que estaba todo acordado con River, pero la noche previa al arreglo, una oportuna llamada telefónica de Diego Maradona, invitándolo a jugar a su lado, da vuelta todo y al día siguiente Martín Palermo es jugador  Xeneize.

    Sus primeros pasos fueron inseguros en su nueva casa. No fue titular de entrada y era mirado con lupa en cada movimiento. De a poco y a fuerza de goles importantes comienza a ganarse un lugar, pero el rendimiento del equipo va de mal en peor, estallan las internas en el plantel y para mediados de 1998 parece que su paso por Boca será intrascendente. Pero llega a la dirección técnica Carlos Bianchi, y todo cambia. De entrada lo consagra titular junto a Guillermo Barros Schelotto, su futuro compadre en el juego. Y la dupla responde. El “optimista del gol” como lo apoda el técnico se anota con 20 goles en 19 partidos, récord para los torneos cortos, y Boca es campeón invicto luego de 6 años. En el Clausura del 99, Boca repite título, bate el récord de invicto en el fútbol argentino con 40  partidos consecutivos sin conocer la derrota y Martín vuelve a ser goleador del equipo. Era la época del “Loco” a pleno. Festejos desbocados, peinados raros, pelo de color cambiante.  Europa se fija en él y para mediados del 99 se empieza a hablar de su transferencia a la Lazio en U$S 15 millones.

   Pero en toda película que se precie de tal, el protagonista tiene que caerse y justamente el mérito estará en levantarse. Frente a Colón, en Santa Fe, en octubre de 1999 se rompe los ligamentos cruzados de la rodilla derecha. Pero reingresa al partido (se desconocía la gravedad de la lesión), y convierte el gol 100 de su carrera. Recuperación de 6 meses, adiós al  pase a Europa y dudas sobre su continuidad en el fútbol.

   Pero el optimista del gol regresa un 24 de mayo de 2000, para estar en el banco frente a River, por los cuartos de final de la Libertadores. Boca debía remontar un adverso 1-2 de la ida. En la semana había sido objeto de burla del técnico rival, que lo trata elípticamente de jugador retirado. Pero Martín, ovacionado por una Bombonera repleta, ingresa a los 20 del segundo tiempo y destroza psicológicamente al rival. Sobre el minuto final, con el partido ya definido en favor de su equipo, con signos evidentes de falta de fútbol, toma la pelota en el área rival y casi en cámara lenta convierte uno de los goles más gritados, celebrados y recordados de la historia Xeneize.

   Finalmente Boca, conquista la Libertadores después de 22 años, y comienza un predominio en América que se extiende hasta ahora. Como broche de oro, a fin de ese año y con el pase a España, a Villarreal ya concretado, viaja a Japón a disputar la Copa Intercontinental con Boca, enfrentando al todopoderoso Real Madrid. Y en los primeros 6 minutos del partido, el “Titán” como ya se lo empezaba a llamar, convierte 2 goles que serán definitorios para la conquista del trofeo más deseado.

    La aventura europea no fue buena ni mucho menos. Tres equipos en tres años, Villareal, Betis y Alavés. Y una doble fractura de tibia y peroné, cuando un pequeño grupo de hinchas del Villareal en un festejo le tira encima un pequeño paredón. Otra vez varios meses afuera de las canchas. Otra vez a recuperarse. Encima en esos años en Europa su carrera deambula buscando un norte. Parecía que tenían razón los críticos feroces que solo le reconocían buena suerte y rachas favorables.

   Pero a mediados de 2004 regresa a Boca, su casa y la Bombonera lo recibe con los brazos abiertos. Vuelve más maduro, más jugador de equipo, sin festejos tan locos y sin cambios de look. Unos meses después levanta una nueva copa, la Sudamericana. En el 2005 y con la llegada de Basile a la dirección técnica de Boca, el Titán, sigue enhebrando vueltas olímpicas. Se suceden la Recopa 2005, el Apertura y la Sudamericana de ese mismo año, el Clausura y la Recopa 2006. Pero no todas son rosas en la película de su vida. A los pocos días de nacer, muere un hijo varón. Martín pide jugar, dos días después de sepultarlo, para rendirle homenaje a su manera. Y ese domingo, una Bombonera, que comparte el dolor de su ídolo asiste extasiada a los dos goles que convierte y festeja mirando al cielo para dedicárselos al bebé fallecido.

   El 2006 termina de mala manera para él y para Boca. Se pierde de manera increíble el Apertura que podía haber significado el primer tricampeonato del club y nada menos que contra Estudiantes. Para Martín significó además la ruptura con la hinchada que lo vio nacer y la que hasta ese momento lo ovacionaba.

   Pero la revancha para el Titán llegará 3 meses más tarde, cuando por el partido del Clausura 2007, entre ambos equipos, se destapa con los tres goles de un muy recordado 3-0. En ese 2007, con el retorno de otro ídolo, Riquelme, llevan a Boca a conquistar la cuarta Libertadores en 7 años.

    La película se empieza a acercar al final, por ahora. A mediados de 2008, y con otra conquista, la Recopa, Martín comienza a acercarse al récord de Varallo, como máximo goleador del club en el profesionalismo. Unos dicen 181 goles, otros hablan de 194. La primer marca la supera con facilidad y cuando está en 194 goles, enfrentando a Lanús, en el Apertura pasado, se vuelve a romper los mismos ligamentos cruzados de hace 9 años. Otra vez 6 meses afuera, otra vez las dudas, otra vez una recuperación ejemplar y la vuelta hace dos meses. Cae el récord de Varallo, y ayer llegó a los 200 goles en el club con un chilena de antología.

   ¿Cual será el próximo capítulo del guión que sigue escribiendo día a día, partido a partido?, ¿otra Libertadores?, ¿el récord de Cherro que con 217 es el histórico goleador de Boca entre amateurismo y profesionalismo?, solo él, el verdadero escritor de su propio guión y su propia película lo sabe. Lo que sí se puede afirmar es que el The End, parece estar muy lejos.

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