Parece que en una semana se fue todo al diablo. ¨Es el 10 de mi equipo¨, ¨Es un honor que me dirija el mejor de todos los tiempos¨, eran flores que se tiraban no hace mucho tiempo. Pero el jueves pasado, en un programa televisivo, Diego Maradona, dijo esto.
La tormenta se veía venir, dicen los mentideros que Diego lo llamaba a Román para explicarle pero este no le atendía el teléfono. Hasta que ayer en Telenoche, un más que importante programa de noticias que se emite por canal 13, Román se despachó con esto. Y ni lerdo ni perezoso, por radio Mitre, Diego le mandó esto.
Hoy, según relata Ole acá, nos enteramos que los dramas son a nivel interno de la selección y vienen de hace rato.
¿Qué se puede opinar?, no mucho, porque no se conoce a fondo la intimidad del plantel. De lo que se vio públicamente, no parece acertado de parte del técnico salir a manifestar públicamente, tipo ultimátum, que Román debía mejorar su nivel de juego, y más aún, cambiar la forma habitual de hacerlo para integrar la selección. Coincidimos que este Román de hoy, está demasiado lejos de su rendimiento habitual, pero es de esperar una pronta recuperación de su nivel (y lo más rápido posible porque nos hace demasiado falta en Boca). También sabemos que, en cuanto a su carácter y su forma de ser, Román es así, guste o no, tómenlo o déjenlo. También hemos comprobado en Boca, que no es necesario que todos sean amigos, ni mucho menos, en el día a día, pero si que ¨en la cancha seamos once hermanos¨, Román dixit.
En fin, un flor de culebrón, como para entretenernos unos días. Como sea, es atribución y obligación de Maradona, formar un grupo lo más compacto posible, para afrontar la aventura de clasificar y sobre todo de jugar el mejor Mundial posible, y si para conformar un grupo compacto, debe dejar en el camino a alguno de los mejores, que así se haga. Es de esperar, que todas las decisiones conducentes a este objetivo sean tomadas por él convencido y en pleno ejercicio de su autoridad, y no influenciado u obligado por el clima de un vestuario plagado de estrellitas, de altísimo valor económico, mimados por la prensa nacional y europea, pero que por ahora, no acumulan logros y títulos en consonancia con tanta repercusión mediática. Y también es de esperar que Román, rozando ya los 30 años, se dedique a jugar donde se siente cómodo y desde ese lugar, les demuestre a todos, hinchas, periodistas, colegas y técnicos, que está al nivel de cualquiera de las figuras, que aparentemente, cuestionan su forma de ser.
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