Había que ser muy optimista o muy visionario, para allá por julio imaginar que el segundo semestre del año iba a terminar con vuelta olímpica y records varios para un Boca que, si bien había terminado el semestre anterior con una racha de 10 partidos sin perder, no terminaba de convencer a nadie.
Todo empezó con la llegada de los refuerzos y la recuperación de varios que entre lesiones y falta de adaptación no habían rendido ni cerca de lo esperado. En este último rubro se encontraban, Román y Rivero, en el grupo de los falto de adaptación, Somoza y Erviti. En cuanto a los refuerzos, el pedido fue claro: un arquero o dos de jerarquía, un lateral por derecha, un central, y un delantero que acompañara a Viatri, ya retirado el Gran Goleador.
Y el pedido no solo incluyó el puesto, sino también nombre propios: Orión, Schiavi y Cvitanich. Y los tres llegaron. Franco Sosa se incorporó para ser el lateral derecho, pero una inoportuna lesión le hizo perder el lugar en manos de Roncaglia, que retornado de Estudiantes L.P. se adaptó en gran forma al puesto. Sebastián Sosa proveniente de Peñarol, fue el otro arquero incorporado.
La pretemporada empezó en Brasil y las novedades que llegaban eran buenas. Hablaban de un excelente clima interno y la recuperación física de Riquelme. Y como preparación para lo que venía, estaba programada una exigente gira por Europa. Los resultados de esta gira fueron más que preocupantes: derrota en Barcelona ante el Espanyol por 3-1, empate ante Arsenal en la Emirates Cup por 2-2, después de haber sido ampliamente superior el loca y derrota por 3-0 ante el París Saint Germain en el cierre de la gira, de la que se trajo el lamentable saldo del desgarro de Franco Sosa y la luxación de codo de Gracián.
Llegaba el momento de empezar a jugar oficialmente y el fixture marcaba debut ante Olimpo en Bahía Blanca. Fue empate en cero, muy preocupante hacia afuera (hay que pensar en un plan B, tiró Crespi, alto dirigente del club), pero que después se supo, hacia adentro fue muy valorado.
Con clima de incertidumbre se debutó en La Bombonera ante Unión de Santa Fe, recientemente ascendido, y en un partido ampliamente favorable a Boca, pero que no podía sacar ventajas claras en el marcador, una ráfaga en los últimos 10 minutos, selló un claro 4-0. Parecía que la cosa comenzaba a funcionar.
Después tocaba una riesgosa visita a Rosario para enfrentar a Newell´s (por entonces nadie podía adivinar el desastroso torneo que jugarían los rosarinos), y fue clara victoria, desde el juego, que no el resultado por 1-0, esta misma característica se repetiría constantemente en la primera parte del torneo, neta superioridad que no se trasladaba al resultado.
Con dos triunfos seguidos tocaba recibir a San Lorenzo, con el estigma que significa para Boca enfrentar a los azulgrana. Fue empate en 1, con remontada incluida y merecimientos que no se concretaron.
Luego, otro clásico, Independiente en Avellaneda, y otro dominio abrumador que se traduce en un exiguo 1-0.
En la siguiente fecha venía a La Bombonera, otro ascendido, San Martín de San Juan, y nueva victoria por 1-0, en medio de un dominio abrumador, que no se reflejaba en las cifras del marcador.
Por la fecha 7, había que visitar a Lanús, por entonces puntero junto a Boca, en un partido que estaba llamado a ser un punto de inflexión. Y vaya si lo fue. La victoria por 2-1, además de dejar a Boca solo en una punta que ya no volvería a compartir con nadie, tuvo un nivel que empezó a hacer ilusionar a todos.
En la fecha 8, entre semana, tres días después de la victoria ante Lanús, tocaba recibir a un alicaído Estudiantes, que sin embargo era rival de riesgo por todo lo que había complicado a Boca en los últimos años. Pero se repitió la historia de los últimos partidos del torneo, rival minimizado, amplio dominio, y marcador exiguo de 1-0.
En el tercer partido de esa semana, previo al mini receso por las Eliminatorias a Brasil 2014, por la fecha 9 tocaba visitar una cancha difícil si las hay, el Diego A. Maradona, de Argentinos Jrs. Fue un 0-0 duro y sufrido y por primera (y única) vez en el torneo, Boca fue superado por el rival, que en los últimos 10 minutos mereció quedarse con el triunfo. Fue un punto que sumó, se terminó una semana que comenzó con punta compartida y que finalizó con diferencia de 4 puntos a favor.
Luego de la pequeña parada por los partidos de la Selección, Boca recibió a Tigre, y si bien, todo siguió la misma línea de victorias por la mínima y superioridad asfixiante en el desarrollo, comenzaron a insinuarse los problemas que sobrevendrían, las lesiones. Román terminó ese partido con lo justo, como un anuncio de lo que vendría.
En la 11, segundo de local al hilo, Boca recibe a Belgrano, otro de los ascendidos y el partido termina en empate a cero, a pesar el dominio Xeneize. La nota preocupante fue el saldo de lesiones. Viatri, con rotura de ligamentos, Román, que vuelve a penar con la fascitis plantar, y Cvitanich, con una molestia que redunda en desgarro durante la semana.
Con esa carga de lesiones, viaja Boca por la fecha 12 a Santa Fe a enfrentar a Colón. Falcioni apuesta por mantener el esquema de juego, entrando Chávez como enganche y adelante arriesga con Mouche y Blandi, que, proveniente de un préstamo finalizado en Argentinos Jrs. había entrado unos minutos contra Belgrano, y pocos confiaban en él. El tema es que fue uno de los mejores (si no el mejor) partidos de Boca en el torneo. Se impuso 2 – 0 con suficiencia y autoridad y el autor de los 2 goles, fue……Blandi. Mérito grande del técnico.
Agrandado y consolidado en la punta, Boca recibe en la fecha 13 a otro ascendido y por ese entonces escolta a 6 puntos, Atlético Rafaela, y se repite la historia de 7 días atrás en Santa Fe. Amplio dominio de Boca, gran actuación de todo el equipo, 3-1 contundente y otros 2 goles de Blandi, nacía otro ídolo.
Se venían dos partidos que podían decidir todo o complicarlo todo. Por la fecha 14 había que ir a Liniers a enfrentar a un Vélez que se jugaba la última chance de prenderse. En la previa, como un sino siniestro, desgarro de Blandi, Cvitanich, todavía no recuperado, posibilita que entre al equipo Araujo, llegado de México donde jugó el Mundial Sub 20 con Argentina. Y también, como un guiño del destino, el pibe jugó un gran partido, todo Boca jugó bien y mereció ganar (el Flaco Schiavi malogró un penal en el primer tiempo), pero el resultado final fue 0-0 que desde el punto de vista de los número fue muy positivo.
El restante encuentro clave, fue por la fecha 15, recibiendo a Rácing, supuestamente el rival que podía hacerle sombra a Boca. En una previa marcada por los problemas internos del rival, se especulaba con lo peligroso que resultaba Rácing en los primeros quince minutos, y sobre todo en esta ocasión que necesitaba si o si los 3 puntos. Nada de eso pasó. Solo la gran actuación de Saja impidió que Boca ganara ese partido, que finalmente fue 0-0 pero que permitió mantener las diferencias, que a todos, luego de estos dos últimos partidos se les antojaba indescontable.
En la 16 hubo que viajar a Mendoza, tierra históricamente hostil para Boca (hasta ahora solo un triunfo en la provincia) y el Xeneize mostró toda la autoridad del futuro campeón. Fue un gran partido, un triunfo con sabor a mezquino de 2-1 y la punta asegurada a falta de 3 fechas, pues 9 puntos lo separan del escolta de ese momento, Tigre.
Y la consagración llegó en la fecha 17, en casa y contra el colista Banfield. La Bombonera se vistió de fiesta para ver la consagración del equipo, que estuvo a la altura, aplastó a Banfield con un contundente 3-0 y hasta se dio el lujo de ovacionar unos minutos de Román, que por fin volvió a pisar la cancha luego de tantas fechas, aunque su problema sigue, de hecho no jugó ninguno de los últimos dos partidos, y roguemos para que en el transcurso de la pretemporada se solucione definitivamente la lesión plantar.
Ya consagrado campeón, las últimas dos fechas solo sirvieron para prolongar la fiesta, confirmar el invicto y establecer algunos hitos en la historia de los torneos cortos. El 2-2 como visitante en Sarandí ante Arsenal y la victoria 1-0 ante All Boys, en casa, con vuelta olímpica con familiares incluida, establecieron que Boca ha sido campeón invicto por séptima vez en su historia, segunda en el profesionalismo y único equipo en hacerlo por 2 veces en torneos cortos. Además ha sido récord de valla menos vencida con 6 goles en contra (7 era la anterior marca de Vélez en 1993) y es también récord en torneos cortos, la diferencia de puntos contra el segundo, 11 puntos. Y por si fuera poco, la racha invicta ya suma 29 partidos, la tercera más importante en la historia de Boca (detrás de los 59 entre 1924-27 y los 40 de 1998-99).
Tres largos años de mediocridad creciente parecen haber quedado atrás. Este semestre puede ser un punto de inflexión hacia un futuro más acorde con lo que vivimos durante una década. Es de esperar que dirigentes (que estrenan mandato) e hinchas hayamos sacado conclusiones y enseñanzas de estos tres años anteriores, tengamos paciencia y apostemos a proyectos serios. Pocos han sido los que allá por abril no insultaban a Falcioni (y no estamos entre ellos), este final, con el “que de la mano de Julio César”, nos tiene que servir de ejemplo. Se viene un primer semestre de 2012 muy movido, Copa Libertadores, nuestra gran obsesión, el Clausura, que ya sabemos que no hay que descuidar, por la Copa siguiente y por los promedios (si no preguntales a los que penan en la B), y la Copa Argentina, que muchos la miran de reojo, pero suma sin implicar demasiado esfuerzo. Semestre movido, que se encarará con muchas ilusiones. Ojalá allá por fines de junio estemos escribiendo un post parecido a este.
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