Van 5 partidos sin derrotas. Van 2 triunfos consecutivos. Se está a 6 puntos de la punta, faltando 33 en juego. Se le dió vuelta el resultado al equipo que venía puntero. Se jugó, tal vez, el mejor partido de la "era Ibarra", al menos durante largos pasajes. ¿Es todo color de rosa?, ni por asomo, pero se dio un paso muy importante al frente, aún con infinidad de cosas por mejorar.
Fueron buenos primeros quince minutos. Se vio de arranque un Boca más animoso, con otra movilidad, qud intentaba legar en bloque, con un Villa punzante y que de nuevo, luego de varios partidos, sintonizando en tandem con Fabra. Se llegó claro 3 veces en ese breve lapso, pero no se pudo concretar. Y en el primer avance fondo de ellos llegó la apertura del marcador. Jugó bien el visitante ese primer tiempo. Parados cortos en su campo, buscando recuperar en la línea de toque de Boca y saliendo rápido, vertical y con mucha gente. En el gol, recuperan de un lateral de Boca, rápido desborde, defensa mal parada, medios que no llegan a relevar y gol con algo de fortuna. Boca no se cayó como en otras circunstancias similares, pero cada vez le costó más arrimar peligro y por el contrario los tucumanos insinuaron riesgo cierto en cada contragolpe.
Todo cambió en el segundo tiempo desde el arranque. Porque Boca se paró 20 metros más arriba y los tucumanos tuvieron que parar sus líneas, siempre cortas, pero ahora al borde de su propia área. Y, esta vez sí, Ibarra leyó correctamente el partido y actuó en consecuencia con los cambios. Adentro Pipa por Ramírez, formando un doble 9 destinado a meter presión en los mil y un centros que obligadamente se terminaban tirando ante la superpoblación de rivales alrededor de su área. Adentro Langoni por Romero. Y Boca fue y fue. Un doble 5 para manejar el medio, los laterales bien subidos para desbordar con los extremos y el doble 9 cargando por el medio. Y el pibe Langoni tuvo su noche soñada, porque en una ráfaga de pocos minutos en el último cuarto de hora metió dos golazos y cambió la historia. Quedó tiempo para que el visitante se largara a un ataque desesperado, para que Rossi sacara un par de difíciles, para que Vázquez se perdiera liquidar el partido y para que Zambrano casi echara todo por la borda con un codazo en el área a un delantero rival que ya había definido mal, que pareció un penal tan claro (con roja incluída), que el no llamado del VAR lleva a pensar que algo habrá sucedido que se nos escapa. Igual, esto fue el corolario de una actuación paupérrima del peruano, que realmente lleva a pensar como puede ser que siga siendo titular.
Algo similar a lo que sucede con Ramírez, casi siempre titular y casi siempre el primero en salir. Las pocas veces que no es titular es, seguro, el primer cambio. Hace rato que sus actuaciones no justifican esto y hoy no fue la excepción. Figal tampoco da seguridades y combinado con Zambrano se nota mucho más. Advíncula, de flojo primer tiempo, mejoró muchísimo en el segundo tiempo y fue importante en ataque. Del otro lado, Fabra tuvo un gran partido y fue junto a Villa las dos figuras del equipo. Bueno, junto a Luca Langoni, que en un ratito cambio todo.
Falta mucho por jugar. Falta mucho por mejorar. Pero quizás hayamos asistido a un partido bisagra, en cuanto al rendimiento y a la enjundia para afrontar un partido que venía complicado. No podemos hacer futurología y adivinar lo que viene. Pero el ánimo es otro y será cuestión de saber aprovecharlo. Ojalá lo hagan.
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