30/11/20

En el nombre de D10S

 Vení, acompañame a soñar. A olvidarnos por un ratito de la racionalidad y volver a ser niños que se maravillan con la magia y creen firmemente en ella. Acompañame a un universo donde todo es posible, donde nadie muere y todos siguen siendo quienes son en el más allá, solo que con otros poderes.

Ayer D10S no estuvo de cuerpo presente en La Bombonera, pero desde la cuarta bandeja nos acompañó. Como nos acompañan todos los que se nos adelantan, mi viejo y el tuyo también. Lo homenajearon en todo el mundo, pero ÉL prefirió su casa.

En su representación (como buen D10S) en estos tiempos de igualdad e integración, mandó a su hija. Y como debía ser, en la cancha se le rindió el homenaje merecido.

Digamos que nuestra dirigencia mostró ser demasiado terrenal. Ya lo había demostrado en marzo, cuando solo la presión de los hinchas los hizo retroceder en el no-homenaje cuando nos visitó con su Gimnasia y lo trocaron a la entrega de una fría plaqueta entregada por ex compañeros. Ayer se estuvo bastante lejos de lo que realizaron en otras partes. Solo un cartel en el medio de la cancha y un montón de banderas en el Templo vacío. 

Pero si el 7 de marzo, en lo que fue la despedida sin saberlo entonces, fue la gente la que le puso color, calor y emoción a esa noche (¿no fue acaso un milagro de D10S todo lo que se vivió, con una vuelta olímpica casi impensable horas antes?), esta vez fueron los jugadores los que salvaron el homenaje ofrendando el triunfo a una Dalma Maradona emocionada hasta las lágrimas.

Pensemos que D10S se metió en el cuerpo de Edwin Cardona y lo llevó a acariciar la pelota en ese tiro libre que se metió suave, como pidiendo permiso, en el ángulo del arquero. Y unos minutos después le manejó el pie derecho para que definiera de caño a la salida del arquero, como si estuviera usando su zurda hábil. Y Edwin lo sabía, por eso miró a la cuarta bandeja con una sonrisa cómplice.

Y después del primer gol, y terminado el partido, los jugadores, cual devotos peregrinos fueron a ofrendar el triunfo al palco de D10S, ahí donde estaba la heredera.

Bueno, basta, llegó la hora de despertar. De volver a poner los pies en la tierra sabiendo que Diego Armando ya es un recuerdo, una leyenda alimentada por horas de videos fantásticos, por la memoria de los que vimos sus hazañas y sus caídas, sus desmesuras absolutas y todas sus contradicciones. Llega la hora de mirar hacia adelante, a un futuro inmediato de Copa Libertadores, yendo a Brasil a empezar los octavos de final.  

Iremos confiados. Hay equipo e individualidades. Hay un cuerpo técnico capacitado. Y capaz, solo si querés soñarlo, habrá un guiño de D10S

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