En la imaginaria libreta de objetivos que manejaba Alfaro para estos meses hasta el final del trimestre se empiezan a acumular los cumplidos. Al pase de ronda en Copa Argentina siguió la obtención de la Supercopa Argentina y ahora se anota el pase a cuartos de final de esta Copa Superliga. Falta concretar el jueves el más importante, asegurar el pase a octavos de la Libertadores, y de ser posible, en el primer lugar.
El pase, desde los números fue impecable. Triunfo por 3-1 y un global de 5-2 para dejar fuera de carrera a Godoy Cruz. El análisis pormenorizado del partido mostraría una complejidad que esos números no muestran, si bien gran parte de esa complejidad fue dada por motivos extrafutbolísticos.
Porque arrancó muy bien el Boca casi alternativo ante el Godoy Cruz mucho más alternativo, y ya a los pocos minutos ganaba 1-0 con gol de Wanchope, dominaba el ritmo y el trámite y se encaminaba a una noche muy tranquila. Pero se largó un vendaval de lluvia que en escasos 20´anegó la cancha y obligó a un parate de más de un cuarto de hora para permitir que de bajar la intensidad de la precipitación la cancha drenara el agua ya caída. Algo de eso pasó, pero hasta el final del primer tiempo no se jugó en condiciones normales. Encima en esos minutos una violenta infracción (que ni amarilla mereció para el árbitro) le produjo una distensión ligamentaria a Bebelo y lo margina del resto del semestre. La peor noticia.
Antes del mini parate y por las condiciones de la cancha Boca tuvo un par de situaciones claras para liquidar todo, pero las mismas condiciones que generaban las posibilidades las impedían concretar. Una contradicción de un campo en condiciones imposibles.
El segundo tiempo fue otra cosa. La cancha se normalizó bastante, Nandez reemplazó a Bebelo (y se ubicó como externo por derecha, el puesto donde mejor rinde y que parece que Alfaro ha tomado nota) y de nuevo de arranque anotó Wanchope con lo que la serie parecía liquidada. Sobre todo porque los minutos comenzaron a pasar entre un Boca que tocaba cansino hacia los costados y un Godoy Cruz que no se animaba a adelantarse. Ambos parecían esperar un final previsible. Pero el fútbol no es previsible. Sobre la media hora, una jugada intrascendente, un rebote desafortunado y un golazo de un recién ingresado en los mendocinos bastó para que el partido cobrara un dramatismo imprevisto. Ahí sí Godoy se lanzó a un ataque furioso y estuvo un par de veces cerca de conseguir el empate que los hubiera dejado a un gol de la clasificación. Alfaro puso a Mauro por Carlitos y a Villa por Pavón. Quedó claro la importancia que le daba a la clasificación. Y Mauro está pasando un momento bárbaro. Tiro libre al lado del área por foul a Wanchope (¿no fue adentro y era penal?) y Mauro que la mete donde no se podía meter. Tercer gol y ahí si, partido terminado y clasificación asegurada.
Ahora queda por saber si el rival es Vélez o Lanús que juegan esta tarde. Van con ventaja los de Liniers y a partir que se confirme si son el rival empezará todo el morbo de nuestra benemérita prensa deportiva sobre la vuelta de Zárate a Liniers a enfrentar al club que lo vio nacer, lo idolatró y lo trató de traidor por el solo hecho de venir a Boca. Eso ocupará mucho tiempo en las pantallas de distinto tipo, pero no deberá distraernos de que el jueves es lo más importante para nosotros. Luego habrá un par de días para pensar en lo otro.
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