11/2/19

Sabor a nada

Boca inició el partido en Córdoba sabiendo de la derrota de Racing. Derrota que permitía abrigar una esperanza cierta de acercarse a la punta en caso de asegurar los tres puntos. Pero no pudo ser. Mucho por culpas propias y algo (bastante) por causas externas.
Si esto fuera fútbol español diríamos que el partido se jugó en un "patatal". Una cancha en pésimas condiciones, no apta para un fútbol que se presume ultra profesional y que desde el inicio de la Superliga se pretende poner a nivel de los principales del planeta. Pero después de eso, y con las muchas complejidades que semejante campo de juego plantea a un equipo que pretende dominar la pelota y salir claro tocando, Boca sufrió el partido durante casi toda la duración del mismo. Y eso que parecía que se destrababa todo en el primer cuarto de hora. Porque en ese momento un Belgrano que se cerraba en su campo y empezaba la presión sobre la misma raya del mediocampo, buscando el error rival y tener espacios para correr, se encuentra en desventaja luego de un muy buen anticipo ofensivo de Lisandro López en un corner lo que supuso la ventaja parcial y la tranquilidad de supuestamente haber realizado la parte más compleja de la tarea. Grave error pensar esto, porque la parte supuestamente más aliviada nunca la pudimos realizar.
A partir de la ventaja parecía que se abrían los caminos del contragolpe a caballo de la necesidad imperiosa del local de buscar el empate. Pero en el resto del primer tiempo, Belgrano no se salió mucho de su libreto inicial y los espacios no aparecieron. Boca tampoco hizo mucho para forzarlos, más bien parecía conformarse con tener el desarrollo controlado y que se fuera consumiendo el tiempo.
Al comienzo del segundo período pareció que se hacían realidad los vaticinios, Belgrano lucía desorientado y el segundo gol parecía al caer. Solo fue un espejismo. Con ímpetu y ganas el local de a poco fue presionando y jugando en campo Xeneize, Andrada sacó un par, la mala puntería de los locales ayudaba, y los contragolpes eran esporádicos y mal terminados. Encima empezaron cambios no muy claros de Alfaro. Primero Wanchope por Mauro y luego Carlitos por Benedetto, raro, parecían más destinados a conformar a todos que por motivos tácticos que pidiera el desarrollo. 
Y cumpliendo la ley de Murphi, a poco del final, un lateral intrascendente, un par de rebotes en el área y alguien que le pega justo y la clava al lado del palo. Empate, y a remar en los pocos minutos que quedaban. Ya estaba Bebelo por Almendra y metió un par de pinceladas, hasta que en el último minuto del descuento, Wanchope es derribado al lado del área, Pavón ejecuta la falta, revienta el travesaño y cuando Wancho va a empujar el rebote al gol, un defensor al mejor estilo bloqueo de voley rechaza ante la mirada pasiva de arbitro y línea que dejan seguir. Insólito. Un robo descarado.
Pero esta última jugada que tranquilamente pudo ser el triunfo no puede obnubilar a nadie. Boca jugó mal y está lejos de lo que pretende Alfaro. Ayer, la idea era un doble 5, con Marcone más retrasado y Campuzano como opción de salida, con dos internos, Almendra por derecha y Pavón por izquierda, Mauro suelto y Pipa como centrodelantero. El esquema no funcionó por bajas prestaciones individuales. En este esquema la salida por afuera tiene que ser constante con las subidas de los laterales. Buffarini fue y fue, alternado más malas resoluciones que buenas, y del otro lado Alonso no hizo nada bueno en ataque. Marcone fue figura sobre todo en el segundo tiempo, pero a Campuzano le falta agarrar el ritmo del fútbol argentino, Almendra erró más pases que lo que generó, Pavón como interno por izquierda se diluye y no se aprovecha su mayor virtud que es atacar el espacio, sobre todo por derecha, Mauro perjudicado por el piso y por el poco volumen de juego que le llegaba se lució poco y Pipa, por ende, se tenía que esforzar para sacarle agua a las piedras, igual se las ingenió para generar un par de situaciones que pudieron haber liquidado el partido. 
En la parte defensiva también dejó mucho que desear Alonso (la vuelta de Fabra puede solucionar muchas cosas) y el partido de Izquierdoz fue flojísimo (hace rato que viene así). Bien Lisandro y muy bien Andrada.
La pelea por el título se asemeja a una quimera pero habrá que seguir trabajando y tratando de encontrar lo que Alfaro les pide de cara a la Libertadores (en unos días debutamos) y seguir al menos entre los cuatro primeros de la Superliga para ya asegurar la clasificación a la Libertadores del año que viene. Parecen objetivos módicos, pero realistas para como empezamos el año.

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