Que este Boca versión 2012 por ahora está lejano al del último semestre del 2011, no es novedad, lo venimos diciendo en cada post. Que por el contrario esperábamos a esta altura una versión mejorada de aquella que nos consagró campeones y por ahora no la tenemos tampoco es novedad. Pero esta versión 2012 tiene una virtud muy grande, que hay que saber valorarla y que enciende la ilusión: se sabe sobreponer a las adversidades. Las que brinda el juego por si mismo y las que el mismo Boca se auto coloca en el camino.
Cuando empezó la Copa, allá por febrero, hinchados de expectativas por el retorno a jugarla luego de 3 años, el empate en Venezuela cayó como balde de agua fría. Y ni hablar del culebrón que se generó en los vestuarios. Para colmo en la segunda fecha, en casa, derrota ante Fluminense y todas las alarmas encendidas.
Había que ganar si o si los dos partidos ante Arsenal para tener chances de clasificar, los fantasmas revoloteaban, muchos se afilaban dientes y uñas para deglutirse mediáticamente al campeón vigente del fútbol argentino, la larga historia de divisiones internas que nos persiguen no auguraban nada bueno…..sin embargo….el equipo se sobrepuso.
Se sobrepusieron a un gol en contra a poco de comenzar el partido en Sarandí, y a un rival que a esa altura jugaba mucho mejor, y encarrilaron el partido hasta ganarlo 2-1.
Se sobrepusieron anoche a la expulsión de Somoza promediando el primer tiempo (si los árbitros fueran siempre tan rigurosos estaría bueno, lástima que se acuerdan en alguna jugada si y en muchas, demasiadas, no), y en el segundo tiempo logran un 2-0 para seguir ilusionados.
Se sobrepuso Orión a algunas bajas actuaciones recientes que empezaban a sembrar dudas y tuvo de nuevo un partido perfecto.
Se sobrepuso el bloque defensivo, que aún sin dar la seguridad de antaño controló bien al rival sobre todo en el juego aéreo, en el que venía demostrando manifiestas falencias en los últimos partidos.
Se sobrepuso el medio campo a jugar tres cuartos del partido sin el líder recuperador (Somoza), improvisando a Erviti por derecha y a Mouche como volante por izquierda con obligaciones de marca y proyección, siendo Ledesma el “5”, con el suficiente aire como llegar al rebote que da el arquero al desviar el tiro de Román que termina siendo el gol que abre el partido.
Se sobrepuso Riquelme a una semana en la que estuvo entre algodones, y si bien no tuvo el gran partido, es fundamental su sapiencia para administrar la pelota y colocar esos pases que son su marca registrada para abrir defensas cerradas.
Y se sobrepuso Silva, sobre todo a la lucha que tiene consigo mismo. Ya se sabe que todo goleador se desespera cuando no convierte por largo tiempo. Más allá que juega mucho saliendo del área para pivotear de espaldas y asistir a sus compañeros, lo cierto es que el gol se le niega y él, fuerte de carácter como es, tiende a la desesperación. Pero anoche mostró la faceta de jugador con oficio, con buen manejo y sirvió las dos asistencias que terminaron en los goles de la victoria. Tacazo para la entrada de Román en el primero (gol de Ledesma en el rebote del arquero), y magistral conducción de un contragolpe en el minuto 90, desde el propio campo, como si el partido llevara poco de comenzado y asistencia a Sánchez Miño (reemplazante de Mouche), que venía tocando la sirena por izquierda, y excelente definición del pibe sobre la salida del arquero.
Vaya ejemplo de saber sobreponerse, el goleador que en medio de la sequía es figura del partido, lo que va a ser cuando se le empiece a dar.
En suma, se a dado un gran paso al frente. No se le ha ganado al Santos, ni a la U de Chile, ni siquiera a Fluminense, pero con la tranquilidad de la clasificación casi abrochada, en medio de tantos contratiempos inimaginados al comienzo, da pie, para pensar, que con esta enjundia y un poco más del juego que sabemos puede tener este Boca, las ilusiones siguen intactas.
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