Parece que la tormenta quedó atrás y el cielo empieza a despejar. Fue más bien una tormenta de verano, esas que hacen mucho ruido, tiran piedras, mucha lluvia y en un rato se van como llegaron. A las dos (dolorosas) derrotas de la semana anterior como locales en Libertadores y Clausura, siguieron otras tantas victorias, como visitantes, en el mismo orden, en los mismos torneos.
Ayer fue triunfo 1-0 en San Juan, ante el local San Martín, triunfo que coloca a Boca en solitario en la segunda ubicación del Clausura a 1 punto del líder, Tigre y 1 punto por encima de Vélez y Estudiantes.
Boca de a poco vuelve a parecerse al equipo que se consagró campeón invicto. Se vuelve a parecer en las virtudes (sobre todo defensivas) y en los defectos (sobre todo ofensivos).
El párrafo anterior se apoya en lo visto en San Juan. Sólido atrás, seguro en las transiciones ataque-defensa, al punto que solo permitieron a los locales disponer de 2 situaciones netas de gol en todo el partido. Un tiro desde el borde del área que se desvía en Roncaglia, descoloca a Orión y se va besando el travesaño y un cabezazo franco de Grabinsky en el segundo tiempo que sale desviado por el segundo palo. Nada más. Después todo fueron insinuaciones, centros forzados, borbollones. Volvió a aparecer el equipo duro y bien plantado.
Y adelante, sufrimos por falta de efectividad. No menos de 8 situaciones netas de gol, desperdiciadas una a una, por falta de pericia, por escasa puntería, por una nuca que se cruza o por un último pase mal ejecutado. Mouche por 3, Silva por 2, Chávez, Ledesma, todos dejaron pasar algunas. Y finalmente fue Erviti (igual que en el Apertura ante el mismo rival), el que define el partido con un golazo que culmina por izquierda una jugada iniciada por derecha con un tacazo de Silva para Chávez que prolonga la asistencia hacia Erviti.
Es todo un tema el ofensivo para Boca. Ayer dispuso de espacios, porque tal como se suponía, San Martín nunca se abroqueló atrás y al contrario siempre buscó el protagonismo, de allí que fue un partido parejo en cuanto a posesión de pelota y ocupación del terreno. Roncaglia subió poco (las escasas veces que lo hizo fue con buen suceso), sin embargo Ledesma y Mouche por derecha siempre abrieron surcos. Pochi Chávez, por ahora es mucha lucha y entrega, pero poca claridad, Erviti se suma poco a la faz ofensiva, aunque ayer fue decisivo, Sánchez Miño, subió más que Roncaglia pero no tuvo la efectividad de otros partidos y Silva…..el uruguayo juega un partido aparte contra sí mismo en cada juego que suma sin convertir. Ayer estuvo muy cerca, pero no lo consigue. Mientras tanto es conmovedor el despliegue que realiza en toda la cancha. Corre, mete, se pelea con los rivales y con él mismo, grita, ordena, colabora en defensa. Pero falta el gol. Su motivo de existencia. Ya llegará. Y cuando llegue se multiplicará como los panes bíblicos. Solo es cuestión de tiempo.
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