15/5/10

¡¡¡Terminó la pesadilla!!!. ¿¿Terminó??

   Se terminó el Clausura con una actuación acorde con lo que ha sido el último año y medio de Boca. Pobre, deslucida, desangelada, con un lógico 0-3 en contra (nos hicieron precio), con 9 jugadores en la cancha. Un partido que resume toda la actualidad que nos toca transitar. ¿Alguien podía esperar algo distinto entre el peor Boca de los últimos 20 años (y habría que revisar sino de la historia), encima descolado, y el mejor equipo de la temporada 2009-10?.

   Ahora con todo terminado llega el momento de bajar pulsaciones, mirar atrás, diagnosticar y buscar las soluciones del caso hacia adelante.

   Cuando hace un año no se tomaron las resoluciones necesarias y se priorizó el respeto a un plantel que nos llenó de satisfacciones y orgullo hasta pocos meses antes, se sabía que se jugaba con fuego. Y terminamos todos quemados.

   Si algo demostró esta temporada desastrosa (47 puntos, cuando las anteriores fueron de 61 y 70 puntos), es que con glorias pasadas, con chapa y camiseta no se ganan partidos, que el vestuario dividido te puede dar algún que otro título, pero a la larga te produce más dolores de cabeza que alegrías. También comprobamos  que no sirve de nada forzar y convencer a un técnico para que siga, porque lo hará durante un tiempo y te dejará a pie en el momento más inoportuno, que los técnicos interinos terminan siendo parte del problema o al menos no pueden cambiar el rumbo de las cosas. Alves fue un desastre, como el Chino en su momento y Pompei si bien enderezó un poco las cosas no pudo salir de la mediocridad (3 ganados, 3 perdidos).

   El diagnóstico esta claro, ¿la solución?, fácil de enunciar. Designar un técnico con personalidad y espaldas (¿Borghi?) para encarar la refundación del plantel. Dicha refundación la deberán realizar dirigentes y técnico codo a codo, “limpiando” lo que haga falta y trayendo gente idónea para cubrir los puestos. Boca probablemente no necesite gran cantidad de jugadores (solo tenemos el Apertura en el próximo semestre), pero los que lleguen deben ser para ser titulares, no rellenos del plantel. Un arquero, un lateral (¿Clemente?), dos centrales (¿Insaurralde, Caruzzo?), uno o dos delanteros.

   Todo muy lindo, pero hay un detalle que complica todo. La dirigencia.  Tan dividida o más que el plantel. Encabezada por un presidente timorato, que hace del consenso y “el quedar bien con todos” el leit motiv de su gestión, lo que se traduce en un avanzar zigzagueante, lento hasta la exasperación, propenso a patear los problemas hacia adelante esperando que se resuelvan solos por decantación y solo consigue agravarlos hasta límites insospechados.

   Es de esperar que en los próximos días (no más allá de lunes o martes) sepamos quién es el técnico. Que ya a mediados de junio a más tardar, tengamos claro quienes siguen o se van y ya estén abrochados los refuerzos. El tiempo corre, el Mundial nos distraerá varios días, pero las soluciones en Boca son perentorias. No nos podemos dar el lujo de otra temporada como esta. Si sucediera, no solo será el prestigio ganado el que iremos perdiendo, sino que empezaremos a mirar con aprehensión la tabla que nunca pensamos mirar, y que otros que tampoco lo pensaron, ya están mirando con preocupación.

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