Si solo ves el gol que sobre la línea que le sacan a Román o ves el doble tiro de Viatri en el palo, podés llegar a confundirte y suscribir la teoría Alveriana de “la mala suerte”. Y este 0-3 con Tigre tiene un montón de causas en las que no entra la suerte.
Ya a esta altura de la noche y con la bronca a flor de piel es ocioso empezar a divagar sobre culpas concurrentes de dirigentes, cuerpo técnico y un plantel que ya se va devorando 3 técnicos en menos de 18 meses. Solo queda decir lo que vemos y que realmente es indignante. Boca no juega absolutamente a nada. Es un equipo sin alma, sin juego, sin mística. Atrás un tembladeral total, el medio un canto desconcierto, adelante más Riquelme-dependiente que nunca. Solo en los ratos en que Román, intermitentemente, conduce el ataque se puede ver algo coherente, encima hoy, estuvieron apagados tanto Martín como Gaitán.
Pero lo que subleva como simples hinchas, lo que nos indigna, no es perder con Tigre, mirar de nuevo el fondo de la tabla, sumar un nuevo semestre de frustación, ir de mal en peor, no tener idea de a que juegan, no ver volumen de juego, etc. etc. etc., lo que nos saca es la frialdad, la falta de rebeldía de la mayor parte de este equipo. No vimos dientes apretados, ganas de sobreponerse, ni siquiera una patada de impotencia o una tarjeta roja que nos demuestre que tienen sangre como para vestir la gloriosa camiseta que tienen encima. Los bosteros podemos perdonar todo menos la falta de compromiso, menos las ganas de intentar salir adelante aunque no se pueda.
Faltan 7 días para que “ellos” nos visiten. Será una buena oportunidad para que nos demuestren que esto que está escrito es una reverenda pavada. O será el momento en que empezará a terminarse la paciencia.
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