Así había que jugar, de una vez por todas había que volver a las fuentes. Ustedes se debían y nos debían esta fiesta. Los Bosteros gozamos a rabiar con los equipos ordenados de Bianchi, con los lujos de la buena época del Coco, con Román, con Carlitos Tévez, con los tacos, las gambetas y los caños. Pero todo esto es secundario a una base “genética” que llevamos incorporada en nuestra visión del fútbol, en la que primero hay que dejar la vida en cada pelota, raspar en toda la cancha, doblar la marca sobre el rival, incomodarlo, dejar hasta la última gota de sudor regando el césped. Si todo esto sucede podemos perdonar que los lujos no salgan, los goles se erren o los partidos se pierdan. No podemos perdonar lo que pasó en la última fecha ante Tigre, que vino a ser como el corolario de un año desastroso, la caída al fondo del pozo.
Por eso este Súper era tan importante. No por lo que podemos progresar en la tabla, ni por “salvar el año”. Era fundamental para medir la reacción del equipo ante la certeza que la paciencia de la gente se había agotado, ya no se toleraba nada más.
Y la gente respondió llenando La Bombonera y alentando desde el primer minuto. Y el equipo respondió, vaya si respondió, desde el primer minuto. Se volvió a las bases, a las fuentes de nuestra historia. Se corrió y se metió, se estuvo atento al rival, se le cortaron los circuitos de juego, se lo asfixió en todo momento. No fuimos un dechado de virtudes ni mucho menos, pero todos, todos cumplieron con su parte, con mayor o menor acierto pero dejando todo.
El pibe García estuvo impecable las 3 veces que ellos se arrimaron con peligro, la defensa entera corrió, luchó y mordió, Monzón con más juego y salida, pero todos respondieron, incluso Barroso que entró a reemplazar a un ¿desgarrado? Bonilla.
En el medio estuvo la clave. Por fin Alves colocó correctamente las piezas. Excelente debut de Giménez, borrando a Gallardo y tapando las subidas de Ferrari por su lateral, llegando y presionando la salida. De un quite suyo por presión a Ahumada llega la falta que posibilitó el gol de la apertura. Buen partido de Méndez, ubicado en el lugar que mejor le sienta, y sin palabras el partidazo de Medel. Autor de los dos goles, corrió, metió y se peleó con todos (otra perlita de la Gata Gallardo, ahora además de rasguñar, muerde), se fue expulsado y ovacionado como nunca desde que llegó. Román, una vez más, en otra dimensión. Por momentos parece jugar un juego distinto al del resto. Fue de nuevo el eje de circulación, el que hizo jugar a todos y que se vistió de torero cuando había que hacer correr el reloj con posesión de pelota. Una actuación como para que el técnico de la Selección, que la vio en su palco, se lamente de las desafortunadas declaraciones que desataron todo el conventillo que autosacó a Román de la Selección. Con todo muy bien el Diego al final reconociendo el partidazo de Riquelme.
Martín y Gaitán, por último no tuvieron su mejor tarde en ofensiva, pero Martín, demostró una vez más que entiende el juego como pocos. Fue el primer defensor del equipo cuando el rival salía jugando desde el fondo y en nuestra área se cansó de sacar pelotas.
Ellos hablaron mucho, expresaron muchos deseos de vernos últimos, de golearnos y demás yerbas. Se creyeron lo que no son, y así les fue, demostraron una vez más su tibieza y se dieron de lleno con su realidad, triste por cierto.
Ahora cada cual seguirá su camino, el nuestro esperemos que sea en subida, que esto haya sido el punto de partida para tener un final de semestre digno y encarar con tranquilidad la reconstrucción urgente y necesaria. Ellos, que olviden veleidades que no les corresponden y sigan mirando la misma tabla que Rosario Central, Rácing y Gimnasia……..
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