¿Por qué se cambió el medio campo casi completo?
¿Por qué si Erbes se supone que estaba lesionado y por eso salió, entró en el segundo tiempo?
¿Por qué si Méndez brilló como “cinco” en Central y por eso vino a Boca, no juega ahí, cuando el puesto está vacante?
¿Por qué Rosada titular cuando hasta ahora no había jugado más de 10 minutos en el torneo?
¿Por qué sacó a Pochi, si venía siendo de lo más parejo del equipo, y lo pone como primer alternativa ni bien empieza el segundo tiempo?
¿Por qué si dijo públicamente que Pocho Insúa era el reemplazo de Román como enganche, lo pone de volante por izquierda, donde no rindió nunca en el último semestre?
Demasiados porque para después echarle la culpa de todo a la mala suerte. El tema es que perdimos, como locales, con ¡Rácing!, que no puede con su alma, 1-2 siendo que a los diez minutos estábamos ganando con gol de Gaitán.
Tela ordinaria la de esta manta, cada vez achica más y queda más corta. Algo de esto nos imaginábamos cuando veíamos una formación muy ofensiva, pero que planteaba el interrogante sobre quién recuperaría la pelota.
Así es muy difícil. Jugar al golpe por golpe es un riesgo loco e innecesario a esta altura de los acontecimientos. Y más frente a un equipo que sabés te va a esperar bien metido atrás y con salida rápida. Y Boca se presenta como una tentación para este tipo de juego, más que venimos de mala racha y cuando estás así no te sale una. Porque del golpe por golpe, al menos en el primer tiempo pudimos haber salido ganando, pero Martín le erra por milímetros a un buscapie del Pocho, Román revienta el travesaño en un tiro libre y a Méndez se le va por poco. Pero, siempre un pero, seguimos yendo como si nada y Rácing con poco, con mucha entrega y con Lugüercio se las ingenió para arrimarse y cada vez que se arrimó era para temblar. En la primera llegada el empate de Lluy, en las 2 siguientes llegadas monumentales atajadas de García, y en la última a poco del final de la etapa, otro desborde de Lugüercio (insisto, si Villafañe es esto, volvé Negro) y gol de Hauche. Demasiados expuestos con una defensa demasiado insegura por cualquiera de los dos laterales.
En el segundo tiempo tiempo tuvimos la pelota y las situaciones, pero cuando estás enrachado siempre pasa algo, un pie, un arquero que es figura, un palo, algo se interpone. Que no tenemos suerte, liga o como quieras llamarle es cierto. Pero a la suerte hay que ayudarla y a la mala suerte ahuyentarla y no hacemos ni lo uno ni lo otro.
A esta altura, el campeonato empieza a parecer una quimera, la clasificación a la Sudamericana otro tanto. Al menos no repitamos lo del año pasado a esta altura cuando tiramos la toalla y comprometimos seriamente la chance de ingresar a la Libertadores.
Por ahora la gente sigue bancando. No hay silbidos solo aliento. ¿Hasta cuando?. En las próximas dos fechas te cuento.
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