Un papelón. Un verdadero papelonazo es el que hizo Boca anoche en Córdoba. Y no por haber perdido 0-1 en la última jugada, sino por el partido que jugó (mejor dicho salió a la cancha, jugar es otra cosa).
Boca enfrentó a Gimnasia como si fuera un grupo de amigos/conocidos que se juntan a jugar un picadito el fin de semana. Fueron una banda tirada en la cancha de la cual no se puede extraer ni siquiera una figura. Si hasta Barrios, obligado a quitar y distribuir fue arrastrado por la confusión.
Guillermo cambia constantemente de jugadores y de esquemas. Hace un par de semanas por acá me animé a intuir que estaba mejorando en la comprensión de los partidos y en los cambios a realizar en el medio de los mismos. Fue un espejismo. Fue horrible su planteo en el clásico y ayer repitió. ¿Qué habrá imaginado para poner a Nandez por Zárate cuando el rival estaba encerrado en su campo y no atacaba nunca? Solo él lo sabe.
La Copa Argentina ya es pasado. El domingo, seguramente con suplentes, recibimos a Colón y una derrota nos alejaría mucho, con el agravante que el domingo siguiente vamos a Racing. De última, en el peor de los casos, en la Superliga quedarán por delante 17 fechas, tiempo suficiente para remontar. El tema es que en 7 días habremos jugado en el Mineirao el partido de vuelta de cuartos de final de la Libertadores, y jugando así o como el clásico, también la Libertadores será historia pasada en una semana. Ojalá esté viendo todo negro y exagerando el pesimismo, pero como viene la mano sería un milagro estar en semifinales más allá de la buena ventaja que llevamos. Guillermo está demostrando que no sabe o no puede manejar la abundancia de jugadores que tiene, sus continuos vaivenes los termina confundiendo y nadie rinde como debería. El olor a fin de ciclo es inocultable, ojalá se pueda revertir, que todos hagan la autocrítica necesaria y que despierten. Material para revertir esto hay, lo que no hay es ni demasiado tiempo ni muchas oportunidades
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