Año nuevo ciclo nuevo. El 2019 llega con un nuevo cuerpo técnico. Gustavo Alfaro, el que muchos hace rato veíamos como dt para Boca, finalmente se sentará en el banco que deja Guillermo. Sobre sus espaldas caerá la responsabilidad de levantar al plantel del mazazo de Madrid. Llega la época de ver un Boca asentado en el funcionamiento que potencie las individualidades y no al revés. Esperamos que venga una época donde el sentido común le gane a los caprichos, en la que los rendimientos definan titularidades y no la historia, por más rica y gloriosa que sea. Que se planifique y se cambie sobre la marcha cuando el partido así lo exije, que los cambios se hagan a tiempo para mejorar el rendimiento y no tarde para apagar un incendio.
Por delante le esperan a Alfaro objetivos inmediatos:
Prenderse en la lucha por el tricampeonato. Boca está a 12 puntos de Racing pero con dos partidos menos. Un buen arranque a fines de enero será clave para poder soñar.
La Copa Libertadores. Semifinal en 2016, final en 2018. La obsesión se agranda y la cosagración se posterga. En este semestre el objetivo debe ser ganar el grupo sin dudas
La Recopa Argentina. Título oficial que no es trascendente pero que hemos perdido 3 veces. Será en Mendoza frente a Rosario Central que viene de eliminarnos en dos copas argentinas al hilo.
La Copa de la Superliga, invento reciente que se jugará por un par de años hasta equilibrar el número de participantes de la Superliga dejando en el olvido el mamarracho de los 30 equipos, último y nefasto legado de Grondona, se disputará a partir de abril y dará plazas a las copas de 2020.
Todo este camino comenzará a desandarse a partir de mañana cuando Lechuga sea oficialmente presentado. El jueves 3 comenzará la pretemporada.
Ojalá Alfaro nos lleve por la senda del éxito y nos permita olvidar y sepultar un 2018, que pese a habernos traído un bicampeonato, fue un año nefasto
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