Habían armado su fiesta. Llenaron la cancha, ganaban 2-0 (los dos goles en orsay, mínimo, pero orsay al fin), tenían todo controlado, sumaban los minutos de valla invicta, ponían mensajes de festejo en las redes sociales, pero...enfrente estaba Boca, un Boca que en pocos días ha dado dos muestras de temple como no estábamos acostumbrados hace tiempo, y en una ráfaga en los últimos 8 minutos les empató el partido y los dejó calladitos (es un decir porque lloraron a mares empezando por el rey del llanto, su técnico) y llenos de preguntas.
Una vez más Boca se entregó mansito a lo que el rival quiere. Salimos, como en el clásico, a jugarle a un rival explosivo con jueguito corto en el medio y propiciamos contragolpes letales que significaron sendos goles al comienzo de cada tiempo. El medio campo fue el talón de Aquiles. Con tres, dos de ellos juveniles, y con un solo extremo (Pavón) que se comprometía a bajar, se estuvo siempre en desequilibrio, sobre todo en la primer media hora, cuando el local presionó alto como luego no pudo mantenerlo. Gago impreciso, Chicco pagando el precio de su juventud y Almendra muy flojo en el primer tiempo y mucho mejor en el complemento cuando mermó la presión de Racing. Gago, aún impreciso en más que cualquier alternativa, el tema es rodearlo de dos "mordedores" como pueden ser Barrios y Nandez. El colombiano ni concentro, el uruguayo quedó sentadito todo el partido en el banco. Carlitos inconexo, Pavón desgastándose en ataque y defensa y Wanchope aislado, recibiendo de espaldas y con los centrales encima. El panorama era sombrío.
Encima para complicar más a los cambios que se veían venir, hubo que adelantar el ingreso de Magallán por Izquierdoz, que tenía un tirón en el aductor. Llegó el segundo de Racing y todo era cuesta arriba. Villa entró por Chicco y Mauro por Carlitos. Ahí el equipo se para 4-2-3-1, que era casi un 4-2-4, con Gago-Almendra como contención, Villa-Mauro-Wanchope-Pavón arriba. Toda la carne a la parrilla. Racing entró en la confusión, ya no conectaba el contragolpe, entró Centurión y puso más nervioso a los propios que a los rivales, Zaracho se fue expulsado y llegó el descuento, furibundo remate desde afuera de Pavón, el arquero da rebote y Wanchope, que brillaba por su ausencia, le rompió el arco. El olfato del 9 lo hizo. Ahí se rompió el partido. El local se metió atrás y unos pocos minutos después, Wanchope al borde del área recibe de espalda, amaga la media vuelta y le sirve la asistencia a Villa que entraba libre por derecha y el colombiano sentencia. ¿Merecido empate?, Importa poco y nada, el tema es que en un clima adverso, con muchos cambios y con la cabeza en Palmeiras se rescató un empate que vale más que un punto, vale seguir a una distancia razonable de la punta del torneo, fundamental para cuando haya que enfocarse de lleno en él. Esperemos que eso sea a finales de noviembre, luego de jugar (ojalá) la final de la Libertadores (y ya que está y es gratis, soñemos que la ganamos).
Ahora vienen oportunos 15 días para reponer lesionados y preparar el partido ante Rosario Central, antesala de recibir a Palmeiras
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