Esta es la columna de hoy de Roberto Perfumo en Olé, ojalá se equivoque de cabo a rabo, pero estimo que lamentablemente el tiempo le dará la razón.
Si nada cambia, este partido lo pierde Riquelme
Hay cosas que puedo permitir, y otras que no", dijo Riquelme sobre su choque con los barras de Boca. Los muchachos -mejor dicho "los buenos muchachos"- contestan con un trapo: "Palermo, mi único héroe en este lío". Los barras no quieren más al ídolo en el equipo. Y tengo la impresión de que, usados o dirigidos vaya a saberse por quién (eso queda siempre oculto), empezaron a ganar este partido, pese a la firmeza con que Román lo pelea.
Esta situación se blanquea porque la barra, además de todo lo que maneja (recitales, puestos de comida, estacionamientos, porcentajes en la venta de jugadores, tal vez intereses y derechos sobre chicos de las Inferiores), también opina sobre la formación del equipo. Ni los ídolos podrán jugar si no son funcionales a la "organización". Sin entrar en divagues filosóficos o políticos, diría que a las barras bravas ya no se las saca más. Son invencibles, se comprueba a diario.
La única forma de neutralizarlas sería integrar, socializar a sus integrantes, hacerlos directivos públicos, responsables y conocidos. La sorpresa que nos llevaríamos en tal caso; los nombres que aparecerían... Riquelme entró en un lamentable conflicto que no desaparece cuando terminan los partidos. Para el jugador no hay situación más triste que no andar bien con su gente; aun aclarando que no se trata de toda la hinchada de Boca. El futbolista debiera estar de buen humor, jugar y divertirse en las prácticas, ejercer con alegría la mejor profesión del mundo.
Yo estuve diez años en Racing, una vida. Me fui al Cruzeiro porque, por razones que no vale la pena ventilar hoy, no andaba bien con la gente. Me sentía ahogado al no poder compartir con el hincha lo que pasaba durante el partido. Claro, esto ni se compara con la actual situación de Román. Hablo de diferencias en el vínculo jugador/ídolo-hincha. No conviví con barras bravas; a lo sumo, eran barras "buenas". Nunca le aporté un peso a nadie, jamás me apretaron. Los buenos muchachos de ahora van por mucha plata y mucho poder, y por eso el futuro de Riquelme será complicado. Ellos no "trabajan" sólo el día del partido, y él no es un tipo que le esquiva al bulto, va al frente y defiende su verdad.
Hace mucho tiempo (quizá desde la era de Maradona) que no veo un jugador con esa personalidad, con esa intuitiva inteligencia que le dieron sus vivencias. Es deprimente esta pelea, así como también lo es confirmar el poder que tienen los barras. Esta vez no se la llevarán tan de arriba, pero nos van a dejar sin el mejor Riquelme. Así está decidido.
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