Los clásicos se ganan y se gozan o se pierden y se sufren. Por lo menos del lado de los hinchas es así de sencillo. Después quedan los análisis técnicos y tácticos, similares a los de cualquier otro partido. Pero son palabras que están de más y poco interesan.
¿De qué nos sirve ahora, con la derrota 1-2 consumada teorizar que jugamos aceptablemente bien?.
¿De qué sirve lamentarnos de la impericia de Gigliotti, del poco trabajo de Orión, o del golazo épico de Román que al final no pudo sirvió para sumar?.
¿De que serviría despotricar contra un desastroso arbitraje, hecho por la terna arbitral que nos representará en el Mundial, más allá que en el primer gol de ellos, la jugada se inicia en fuera de juego, que en el segundo gol da un córner cuando era un claro saque de arco, que obvió cantidades de infracciones en favor de Boca y cobró todo a favor de ellos?
De nada sirve todo eso, ahora hay que apechugar y bancarnos lo que viene. Las cargadas para empezar y luego rogar para que el equipo mantenga el nivel el próximo miércoles en Rosario, ante Central. Jugando como ayer se ganará mucho más que lo que se perderá. La punta del torneo está a 6 puntos y queda medio torneo. Parece mucho, pero este futbol tan parejo e inestable nos dará seguramente otra chance si se logra una racha de varios triunfos. Esa será la clave, tan fácil de enunciar como difícil de conseguir. Todavía hay vida, habrá que aferrarse a la esperanza.
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