24/2/14

La tarde La Lealtad

   Mucho se hablo. Mucho se teorizó. Se hicieron  encuestas, se crearon hashtags, se seleccionaron mensajes en contra en varios medios (algunos partidarios), se contaban días, horas, minutos y segundos sin ganar un partido, se igualaba la importancia de los partidos oficiales con los de pretemporada, sean estos con titulares o suplentes, todo para agrandar la crisis. No importaba que solo fueran tres fechas del torneo, el tema era instalar que Boca era conducido por un incapacitado para la función, por alguien a quien la edad le jugaba en contra, incluso dejando la duda de la totalidad de sus facultades mentales. Asistimos a la semana final de un proceso de demolición que inició Fernando Niembro a los diez minutos del primer tiempo del segundo partido del verano del año pasado, cuando empezó con la cantinela de “equipo previsible y poco trabajado”.

    Pero no contaban con la gente. La Bombonera a pleno volvió a hablar. Como hace poco más de un año. Para alegría de la mayoría y la decepción de muchos, habló fuerte y potente. Se ovacionó a los ídolos, no se reprobó a nadie. Los metros recorridos por el Virrey desde el túnel al banco fueron casi como un paseo triunfal. El estadio entero (al menos todos los hinchas genuinos, no rentados) lo volvieron a ovacionar y a demostrar porque la hinchada de Boca es diferente a todas. Memoria y agradecimiento, reconocimiento a los que tanta alegría nos han dado.

    Después hubo un partido. Que no era, pero se asemejaba demasiado a una final. Y que se puede resumir en las palabras de Gigliotti al final del partido. “Todos hablaron de Boca y nos faltaron el respeto. Nosotros tenemos orgullo”. Y así jugaron, con el orgullo y la rebeldía que les pedíamos. Fue un partido tenso, mal jugado por muchos lapsos, que se ganó 1-0 con tremendo cabezazo justamente de Gigliotti. El mejor lapso fue el comienzo del segundo tiempo, cuando ya en ventaja, Boca presionó arriba, acorraló a Estudiantes e hizo figura a su arquero. Luego, llegó el tiempo de las precauciones y hacia allí fueron los cambios, hasta que faltando 10´ volvió a jugar Juan Román Riquelme. Otra ovación estruendosa, y a hacer lo que más sabe. Retener la pelota y administrar el juego. Y a punto estuvo de desatar la locura con un golazo que se fue apenas por arriba.

   Pasó así la visita del puntero. No fue un partido más, lo extrafutbolístico esta vez fue tan importante como el rodar de la pelota. Con muchísimas cosas por mejorar fue prueba superada. Había que parar la máquina, calmar las cosas, y ahora sí poner primera y arrancar. Hacer de cuenta que el torneo empezará en la quinta fecha. Y no regalar más nada.

 

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