“Dios le da pan a quien no tiene dientes”, reza un antiguo refrán. Y muchas
veces es más que cierto. Esta es una de ellas.
Si se hiciera una encuesta entre
los millones y millones de hinchas de Boca, sobre que soñábamos ser de niños,
“cuando fuéramos grandes”, no tengo dudas que más de un 90 % responderemos,
“jugador de Boca”. También es real que la inmensa mayoría de nosotros solo pudo
soñarlo, una pequeña parte pudo intentarlo, y una ínfima minoría llegó a
lograrlo. Ni por asomo pongo en dudas la condición de hincha de Daniel Osvaldo,
es más, creo es tan bostero o más que cualquiera de nosotros. Por eso, es
imperdonable que haya dejado pasar el tren dos veces de largo, estimo que esta
vez, definitivamente.
El tipo nunca oculto su
bosterismo. Llegó a decir, al irse a Europa, hace más de 10 años, que si no era
en Boca, no jugaría en ningún equipo de Primera A. Desde que las redes sociales
inundaron nuestras vidas, mostró de mil y una formas su condición bostera. Pasó
por diversos clubes en España, Italia e Inglaterra, siempre valorado por sus
condiciones futbolísticas (Italia lo hizo nacionalizar para que integrara la
Azzurra), como también cuestionado por sus andanzas fuera de la cancha. En la
Juventus (nada menos), gesto una amistad entrañable con Carlitos Tevez, el que
más le insistió en que recalara en Boca en medio del conflicto en que estaba a
comienzos del 2015 entre el club dueño de su pase, Sunderland, que lo había
prestado luego trompearse con un compañero en un entrenamiento, y el Inter, que
lo tenía contratado por una temporada y que lo separó por querer agredir a
Icardi, compañero, en pleno partido. Así, cuando por razones de dinero parecía
imposible que viniera, resignando mucha plata, llegó a Boca en febrero de 2015. Tremenda expectativa generó. Eran los tiempos dorados del Vasco Arruabarrena,
Boca arrasaba en el torneo local y en la Libertadores, el Loco debutó con el gol
del triunfo en la Copa y todo parecía color de rosa. Alternó buenas y malas,
nunca dejó dudas de su calidad, pero empezó a aparecer más en las revistas y
programas del espectáculo y los chimentos que en los suplementos de deportes. A
la par que se complicaba su vida privada, bajaba su nivel. Para el escándalo de
la Libertadores ya no era titular indiscutido, y al llegar el receso por la Copa
América, pidió que lo negociaran en Europa para cambiar de aire. Se fue a
Portugal, prometiendo volver.
Y el tren le volvió a pasar
pronto. Lo pidió Carlitos, lo aceptó el Vasco, allá no pusieron demasiadas
trabas y a comienzos de año volvió. Muchos apostamos (y perdimos) que junto a
Carlitos harían una dupla explosiva y no habría problemas extra futbolísticos.
La cosa es que en medio de la debacle del Vasco, se fracturó un dedo del pie, se
encaprichó en jugar infiltrado frente a San Martín de San Juan, “ para salvar al
dt”, jugó bien, se ganó el partido, pero quedó afuera de las canchas más de dos
meses. Siempre se lo esperó, siempre se apostó a su calidad, y cuando por fin
pudo concentrar y entrar unos pocos minutos en Montevideo, se manda una
histeriqueada llena de vedetismo.
El Mellizo lo hizo empezar a
preparar a más de un cuarto de hora del final del partido, pero lo hizo entrar
faltando 5´y el descuento. Vale repetir, venía de más de dos meses parado, con
fútbol solo unos minutos frente a Lanús, a principios de abril. Pero parece que
esto lo disgustó. Ya venía complicado otra vez en lo privado, con fotos hot,
cartas de la mujer a los medios y polémicas varias. La cosa es que el hombre
terminó fastidiado, se fue apurado al vestuario sin saludar a rivales ni
compañeros, ya allí insultó al kinesiólogo, se puso a fumar delante de todos y
cuando declaró utilizó la ironía para mostrar su bronca. Fue la gota que rebalso
el vaso. Si algo no toleran los Schelotto son las muestras de indisciplina, y
menos de parte de los “consagrados”. A los pocos minutos Guillermo llamó aparte
a Carlitos, Orión y el Cata, “los referentes” y les comunicó que prescindiría de
él. Ninguno lo defendió. Luego llamado telefónico al presidente y el mismo
comunicado. Hace unas horas la CD le comunicó al representante del jugador que
se le rescinde el contrato.
No recuerdo en la historia del
club, semejante deperdicio de oportunidades y de talento de parte de un jugador.
Hemos tenido vagos, locos, geniales o inmaduros. Pero Daniel Osvaldo reúne él
solo todos esos adjetivos. Una verdadera pena para todos los que apostamos a su
potencial como jugador, y que eso podría sepultar sus problemas
extrafutbolísticos. Pero, así como empezamos con un refrán, cerramos con otro,
“genio y figura, hasta la sepultura”
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