Después de ver un 3-0 contundente, y con las emociones aún calientes la tentación de la alabanza fácil es grande. Será cuestión de poner los pies en la tierra, considerar que el rival de turno no ha sido la "gran medida", y esperar próximos compromisos con la ilusión y la tranquilidad que estemos asistiendo a una "refundación" del juego de Boca.
El mini parate de 15 días le vino muy bien al equipo y sobre todo al Mellizo que los ha aprovechado a fondo para tratar de inculcar su idea de funcionamiento, acomodar las piezas para eso y esperar la respuesta individual, que es finalmente la que le da contenido a cualquier esquema. Y hoy la prueba se superó satisfactoriamente.
La presencia de Cubas, como tapón por delante de los centrales, permitió que tanto Gago como Pablo Pérez jugaran más sueltos y con la cancha de frente. Así, el equipo se "angostaba" en el medio, para ensancharse hacia adelante, con las contínuas subas de los laterales y la presencia de Pavón y Carrizo como extremos bien abiertos, y el panorama de ataque se complemento con un Tevez ubicado más como mediapunta que como centrodelantero definido. Y todo esto completado con una presión muy interesante en todo el campo y desarrollada por todo el equipo. Concentración y solidaridad, los pilares para que sea efectiva.
El desarrollo del partido fue algo complicado en el primer cuarto de hora para Boca, luego, junto con el dominio del juego (Rafaela se concentró en su campo esperando una salida rápida), apareció el gol que abrió el partido. Presión de Pérez en la salida rival, recupero de la pelota y asistencia perfecta a Tevez que con tiempo y espacio define por arriba de un arquero adelantado. A partir de ahí, todo fue de Boca. El segundo llegó sobre el final de la etapa, en la forma que quiere Guillermo, desborde de Pavón, centro rasante hacia el corazón del área y Carrizo para empujarla. De derecha a izquierda, abriendo todo el ancho del terreno.
El segundo tiempo casi estuvo demás. Boca lo manejó a su antojo y solo se complicó al promediar la etapa con un penal, fruto de un mal despeje de Insaurralde, que Orión contuvo. Cuando venís bien, todo sale bien. Luego empezaron los cambios y Lodeiro, que reemplazó a Perez (no se negocian los extremos, según se vio hoy), convirtió un gol de papi fútbol, haciendo malabares entre él y Pavón en el área chica.
Figuras destacadas, Gago manejando los hilos, Pavón, pesadilla para la defensa, Carrizo, más que aprobado, y el equipo todo que nos regaló una brisa de aire fresco. A seguir en la misma senda el jueves ante Bolívar, otra vez en casa.
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