Fue un jueves de julio, el 17, cuando se hizo oficial la noticia que Juan Román Riquelme, nuestro último ídolo no renovaría su contrato y se iba a jugar a Argentinos Jrs.
Es en el último jueves de agosto, el 28, cuando ese personaje que encabeza la Comisión Directiva de Boca Jrs. anuncia en conferencia de prensa que Carlos Bianchi, el dt más ganador de nuestra historia, el talismán que teníamos ante cualquier adversidad en los últimos 10 años, dejaría de ser el técnico. Lo habían echado como un perro. Como no va a ser un día de tristeza infinita.
No se es tonto. Se sabía que el ciclo estaba terminado y no daba para más. Pero no solo por los resultados. Sino por lo que se veía en el campo de juego. Desorientación, distracciones, falta de energía y de rebeldía. Culpas compartidas entre todos los actores. Desde el banco y desde el campo. Pero, en la vida, las formas y los modos son importantes. Y el mejor de todos, no merecía esto. Tanto más cuando horas antes se había acordado, con el personaje de la conferencia de prensa, que dirigía un solo partido más, y en caso de fracaso, solo se iba y presentaba la renuncia. Algo paso en el lapso de pocas horas para que todo se precipitara. Eso sí, ese apuro de costará más de dos millones de dólares al club. Rara decisión de gente que se llenó la boca en los últimos meses con que “cuidamos la economía del club. Nadie puede estar por encima de Boca”.
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