Salvo que se caiga en la miopía de echarle la culpa a la lluvia (torrencial todo el partido) y al campo de juego (demasiado bien aguantó, pero estaba pesado y patinoso), hay que tener claro que Boca volvió a jugar tan mal como en las tardes de sol y piso seco.
Ya es recurrente decir siempre lo mismo. Solo un ejemplo: Boca tenía que ganar ayer para volver a prenderse en la lucha por el torneo, y la primer llegada con posibilidades de gol la tuvo a los 46´del primer tiempo. Peor aún, la siguiente llegada fue a los 37´ del segundo tiempo, ya con Acosta en la cancha (entró por Viatri, desarmando, por fin, el doble 9) y como preludio del único lapso del partido, el final, en el que Boca fue superior, se llevó por delante a Estudiantes, más por empuje que por juego y estuvo un par de veces más cerca de ganar un partido, que en realidad no mereció ni siquiera empatar.
Tácticamente el visitante fue superior desde el mismo inicio. Dominó el medio campo a voluntad y lastimó por los costados. No es que Orión haya tenido que revolcarse continuamente pero la imagen en general que dejó Estudiantes fue por mucho superior a la de Boca.
Preocupante panorama el de Boca a solo una semana de visitar al último campeón de la B Nacional. El equipo no funciona, los esquemas no funcionan y varias individualidades no solo no funcionan sino que potencian a la baja el rendimiento de los demás. De memoria sabemos todo eso. El único que parece ignorarlo es el técnico, que sigue confiando en esquemas y jugadores que no le responden. Posibilidad de variantes hay, lo grave es que no se haya intentado utilizarlas, y ya hemos quemado más de medio torneo, y nunca, ni cuando se ganó, ni ahora en medio de una racha de 4 partidos sin hacerlo, se jugó siquiera aceptablemente bien. Los tiempos urgen. El domingo que viene puede ser decisivo para muchos.
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