Las valijas de Boca cargan el peso de una eliminación impensada. Como si fuera un deja vu de lo vivido en noviembre pasado, luego de caer en la misma competencia ante idéntico rival, el pronto adiós a la Copa Argentina (principal objetivo del semestre, según palabras del presidente Daniel Angelici) desnuda un calendario flaco de desafíos de peso. Pero a la vez sirve como experiencia rumbo a esa obsesión llamada Copa Libertadores 2018.
En primer lugar, la preocupación del equipo de la Ribera no pasa puntualmente por la derrota en sí. Ni siquiera por el premio monetario (1.142.000 pesos) que no ingresó a las arcas de Brandsen 805. El foco de atención se posicionó en un aspecto que el equipo que conducen los Barros Schelotto debe resolver, y es adaptarse a jugar partidos incómodos. A que si el libreto original es anulado por el rival, aparezcan alternativas o variantes de juego que permitan modificar el planteo y romper cerrojos con el correr de los minutos. Se dio un partido así anteanoche con Central, y suelen serlo los choques internacionales del torneo continental de clubes más importante de Sudamérica. Sobre todo en la etapa decisiva, de octavos de final en adelante, donde actuaciones como la de Boca en suelo mendocino no perdonan.
"En el segundo tiempo se hizo muy cortado el partido. Esa falta de dinámica nos jugó en contra, aún cuando mantuvimos esa intención de apretar y crear situaciones. Pero se interrumpió demasiado el juego y eso nos perjudicó", resumió un Guillermo Barros Schelotto dolido por la caída, pero a la vez tranquilo al declarar. Mucho más tenso se lo vio a Gustavo, quien apenas relajó los músculos de su rostro cuando por milésima vez en su vida un hincha lo confundió con su hermano.
En la noche mendocina hubo más aprendizajes para este Boca. Ante la consulta de LA NACION, Guillermo fue bien claro para destacar lo más importante que se llevó el plantel del Malvinas Argentinas: "Aprendimos que uno puede venir jugando de la mejor manera y en gran nivel, pero esto es fútbol y en cada partido, en 90 minutos, hay que volver a demostrar todo lo que se hizo hasta entonces. Porque puede pasar cualquier cosa y te podés quedar con las manos vacías".
Una hora tardó el conjunto xeneize en abandonar el vestuario. Los rostros cabizbajos y de fastidio no disimulaban la bronca por la eliminación. Y el viaje en micro hasta el aeropuerto fue en un silencio más cercano a la meditación individual que al decaimiento lógico tras una derrota. El único futbolista que habló con los medios fue el capitán, Fernando Gago, aún molesto por el resultado. "Estoy con mucha bronca porque este partido no era para perder, encima nos hicieron un gol de pelota parada. Cuando el árbitro (Fernando Rapallini) para mí se equivocó al darle el tiro libre a Central, porque la falta me la cometieron a mí, y cobró al revés", enfatizó. Aún cuando el volante tenga razón en su planteo por esa jugada puntual que derivó en el 1 a 0, Boca no perdió por esa falla del juez, que antes había obviado un claro penal de Pablo Pérez. Dato para remarcar en rojo en la libreta de apuntes: el árbitro es humano y se equivoca, y frente a esa variable también hay que jugar. Aunque más tarde el volante minimizó la derrota y dijo: "No pasa nada. Hay que mirar para adelante y ya pensar en el partido contra Chacarita", que se disputará pasado mañana en la Bombonera, desde las 18.05.
Pese a la derrota, y sabiendo que no fue la mejor noche, el plantel coincidió en que intentaron igualar, pero no lo lograron. En la primera mitad, un cabezazo de Pablo Pérez pasó cerca, un remate de Benedetto desde media distancia salió apenas desviado, Cardona no llegó a conectar en el área un pase milimétrico de Gago, y Pavón, a pura velocidad, rompió varias veces el cerrojo canalla. En cambio, el bajón generalizado de la segunda mitad es un foco más claro a resolver.
Mientras juegue los pocos encuentros que le quedan antes del receso (además del conjunto de San Martín, en la grilla aparecen Patronato, Belgrano, River, Racing, Central, Arsenal y Estudiantes), el cuerpo técnico tendrá que ir definiendo el escenario para el 2018. ¿Pavón y Benedetto seguirán como dupla de ataque, o alguno de los dos emigrará en diciembre? ¿El próximo año serán Espinoza y Ábila los delanteros xeneizes? Si finalmente se concreta su retorno, ¿Tevez ya tiene el chip Boca o no? Si vuelve, ¿será siempre titular, o aceptará ir al banco si sus achaques físicos le impiden estar en plenitud?
Las preguntas son demasiadas y el tiempo para encontrar respuestas se acorta. Febrero está cada vez más cerca, y la Libertadores no sólo es el gran objetivo deportivo sino que también lo es desde el plano dirigencial. La actual Comisión Directiva sabe que es la última gran chance de cumplir el sueño y saldar una cuenta que la gestión Angelici tiene pendiente desde que en diciembre de 2011 ganó por primera vez las elecciones, luego de que en su campaña prometiera que con él como presidente el club iba a volver a Japón.
La Copa Argentina 2017 es historia para Boca. Pero como suele decirse, de las derrotas se pueden tomar los mejores aprendizajes para superarse en el futuro. Y esta derrota en Mendoza frente a Central, seguramente le servirá al conjunto de la Ribera en el mediano y largo plazo.
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