Boca acaba de perder 2-0 con All Boys y lo que marcábamos como mejoría ante Tigre, desapareció por completo.
Durante todo el partido, Boca fue un equipo errático, inconexo entre sus líneas, dependiente de lo que propusiera el rival y jugando al ritmo que ellos quisieron jugar.
En la faz defensiva solo la actuación de Ustari evitó una caída mayor. El medio fracasaba en la presión y la defensa siempre se enfrentó a rivales que venían con pelota dominada y con tiempo y espacio para pensar que hacer. Se sufrió mucho por los laterales y los dos centrales ofrecieron demasiados espacios como para que no lo aprovecharan los rivales. Y justamente por ahí llegó el primer gol al comienzo del segundo tiempo. Diez minutos después, de penal se sentenció el partido.
Y si Boca sufrió mucho atrás, adelante generó poco y “a los ponchazos”. Se dispusieron de algunas situaciones de gol, todas falladas por mala puntería y solo una, (cabezazo de Silva que pudo ser el empate a poco de concretado el primer gol de All Boys) obligó a un esfuerzo del arquero rival.
Tampoco el banco brindó respuestas al técnico que recurrió a Blandi y Colazo para que ingresaran.
Lo más preocupante es que semejantes desconceptos del equipo es muy difícil que solo la presencia de Román los pueda solucionar. Ahí actuaciones decepcionantes desde lo individual que se proyectan a lo colectivo. Algunos se salvan por insinuación de habilidad (Martínez), otros por despliegue (Ribair) y poco más.
Demasiado poco, teniendo en cuenta que en 4 días tenemos partido clave en Ecuador para poder seguir con esperanzas en el Copa. Deberán mejorar mucho. Pero mucho en serio para traer un resultado positivo. La preocupación nos invade a todos. A Bianchi sobre todo. Es justamente él el único motivo por el que estemos desesperados. Pero deberá encontrar respuestas pronto. Antes que sea demasiado tarde en este semestre.
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