El torneo Apertura 2010 ha llegado a la mitad de su disputa, al jugarse la fecha 10.
En estos momentos Boca iguala con Rácing la décima posición, con 13 puntos luego de ganar 4 partidos, empatar 1 y perder 5, habiendo conquistado 14 goles y recibido otros 14.
Se le ganó a Vélez, Olimpo, Colón y Tigre, solo el primero en carrera cierta por salir campeón, se empató con Godoy Cruz en Mendoza, buen punto considerando el andar de los mendocinos y se perdió frente a Rácing, All Boys, San Lorenzo, Estudiantes y Lanús, o sea, dos clásicos, el gran candidato al título, un buen equipo como el granate y un recién ascendido. Panorama mediocre por donde se lo mire.
Quizás se pusieron demasiadas ilusiones en un equipo renovado, un técnico nuevo y un “sistema de juego” que requiere tiempo y trabajo para funcionar. Seguro que nos olvidamos que veníamos de un año y medio de terror, con terremotos varios a nivel dirigencial y de vestuario, que Borghi era el cuarto técnico en solo 6 meses y que ya hacía tres torneos completos que merodeábamos del medio hacia atrás de la tabla. Por eso ni se nos cruzaba por la cabeza pensar en metas modestas como alcanzar los 30 puntos en este torneo que sirvieran como base de lanzamiento para, en el Clausura, con rodaje y algún refuerzo puntual ir por todo. El mensaje que bajaba de la dirigencia, del cuerpo técnico, del plantel y de la gran mayoría del periodismo era que Boca era el gran candidato, se hablaba de Copas, de vueltas olímpicas. Y la verdad es que todos compramos. Sobrevaloramos refuerzos, subestimamos rivales. Y a mitad de torneo nos enfrentamos con la realidad. Que es la única verdad.
Lo cierto es que consumido el 50% del torneo, Boca juega decididamente mal en términos generales. Alterna dentro de los partidos algunos momentos buenos, para la ilusión, pero en líneas generales el rendimiento es bajo.
Problemas con el sistema, falta de intérpretes adecuados en algunas posiciones (carrileros, enganche), lesiones varias, plantel corto. Pero sobre todo un flojo nivel de juego de varios, posiblemente por falta de confianza en sus propias fuerzas, porque calidad probada tienen varios de ellos (Escudero, Pochi, Méndez, Medel, etc.).
Por eso el famoso sistema 3-4-1-2 de Borghi tiene deficiencias de base para funcionar.
El arquero si bien no es responsable de demasiados errores, tampoco ha sido figura nunca, no ha sacado goles imposibles, no se han “ganado puntos” por sus actuaciones.
La línea de 3 en términos generales no ha sido un gran problema, de hecho a Boca le llegan mucho menos, eso si, siempre pasa algo y la valla nunca queda invicta. Caruzzo se nota que tiene un gran futuro, Insaurralde, correcto y rústico atrás, anotó dos veces en el área rival y es una preocupación permanente cuando sube, Cellay hace rato que falta por lesión y Medel, que lo reemplaza a alternado buenas y malas.
Los carrileros son todo un tema. Fundamentales para el esquema del Bichi, se han alternado Clemente (por derecha e izquierda), Méndez, Marín, Escudero, Chávez, Giménez, Gaona Lugo, Monzón. Ninguno termina de asentarse, ahora parece que el pibe Gaona será el dueño del carril derecho, y Clemente, se supone que ya calmado luego de la suspensión de tres fechas será el que juegue a la izquierda. Estos son dos puestos claves y de rendimiento muy escaso hasta ahora.
El doble 5 tiene un baluarte indiscutido, Battaglia. En la mente de Borghi su acompañante es Medel, ahora jugando de stopper, parece que Méndez, a años luz del que brillara en esa posición en Central será el acompañante por ahora.
El enganche es el otro gran tema. “Este equipo se armó alrededor de Riquelme”, dijo Borghi hace unos meses. Lo cierto es que Román todavía no ha vuelto de su operación y sus eventuales reemplazantes, Cañete, Escudero y Chávez no han sido eficaces, salvo por momentos, pocos, en la conducción de un equipo que tiende a la aceleración.
Adelante, la apuesta ha sido el doble 9. Y Martín y Viatri dentro de todo han respondido, anotando, combinados 9 de los 14 goles del equipo. El escaso volumen de juego, la falta de desborde por las bandas y el abuso del pelotazo conspiran contra sus chances de gol. Como alternativa, Mouche ha tenido varias chances y como es habitual no aprovechó ninguna (¿hasta cuando lo seguiremos bancando en el plantel?). Araujo, que pinta muy bien, solo ha tenido unos pocos minutos en algún partido.
En resumen, medio torneo jugado, la punta a 12 puntos, la Libertadores a 14. Demasiado lejos todo. El objetivo deberían ser los 30 puntos, armar la base y ganar el súper. El problema es que las expectativas han sido tan grandes que se vive cada partido como si fuera el definitorio, tanto es así que poco colabora el técnico amagando dos veces con renunciar en tan escaso lapso de tiempo.
La gran mayoría del Mundo Boca apostamos por la continuidad de Borghi. Y varias son las razones, pese a lo pobre del rendimiento del equipo y de la evidente obstinación en seguir insistiendo en un esquema de juego para el que no cuenta, aparentemente, con los intérpretes adecuados. El espanto vivido sobre todo en la primera mitad del año, con cambios varios de técnicos y rendimientos desastrosos, sumado a la personalidad agradable del Bichi, su don de gente, la manera en que desdramatiza el juego (hasta que se enchufa y amenaza con rajarse), fueron como un bálsamo. Esto y la esperanza de un buen retorno de Román hace que la gran mayoría pensemos que no es nada conveniente cambiar el caballo en mitad del río. Esperemos que los resultados inmediatos abonen todo esto y se pueda seguir adelante con este proyecto, hasta que dé sus frutos o hasta que nos convenzamos que nunca los dará.
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