Hoy se cumplen 33 años de la primer Libertadores de Boca. Ya pasaron 33 años y tenés que tener más de 40 para recordar haberla visto en vivo, por tele por supuesto, en mi caso.
Tenía 11 añitos recién cumplidos. El Boca del Toto Lorenzo empezaba a llenarse de títulos. Había sido bicampeón en el 76, ganándole la final del Nacional nada menos que a “ellos”. Y llegaba en 1977 a la segunda final de Libertadores en la historia del club. Y otra vez frente a un rival brasileño. El Santos de Pelé nos dejó con la ilusión en 1963, y ahora era el Cruzeiro, ganador de la Copa el año anterior, frente a la muchachada de la banda, más que acostumbrada a aflojar en las definitorias.
Los recuerdos de aquellos días vienen mezclados con lo que uno después ha leído. Recuerdo que se ganó el partido de ida, veo como si fuera ayer al inolvidable Minguito preparando los festejos desde la mesa de Polémica en el Bar, me acuerdo la puñalada de Nelinho cuando faltaba poco para terminar el partido de vuelta, y recuerdo casi todo los que pasó hace hoy 33 años.
Nos preparamos con mi viejo frente al viejo tele blanco y negro, a lámparas y con antena bien alta en el techo. La transmisión vino por el Canal 8 de Mar del Plata, hoy por hoy una repetidora más de Telefe. Vi todo el partido aferrado a un banderín como cábala (por esos tiempos tener una camiseta era un lujo impensado). Recuerdo la neblina de Montevideo, las dificultades para identificar a los jugadores, a Boca con camiseta blanca. Recuerdo el dominio marcado y la imposibilidad de meterla, los minutos que corrían y el alargue que llegaba inexorable. Y tampoco pudimos en el alargue y se vinieron los penales.
A esa altura ya no había uñas para comer, ni mías ni de mi viejo. Y estábamos calladitos, tensos. Ahí va Mouzo (todavía no era el León, pero estaba en camino) y la pelota da en el palo, desazón, puteada de mi viejo, y el árbitro lo hace patear de nuevo. Alivio cuando entra. Se van sucediendo los pateadores de uno y otro lado, invariablemente la pelota entra y entra. Se viene el último penal de la serie de 5. Un tal Vanderley toma carrera, llega a la pelota, el Loco, el inigualable Loco, comienza a escribir su leyenda volando hacia su izquierda, saca la pelota hacia un costado e inicia el festejo enloquecido de todos. Inolvidable el abrazo que nos dimos con el viejo, de los más grandes de la vida, voló el banderín, saltaban las lágrimas y los gritos. La pantalla nos mostraba a todos los que empezaban a ser ídolos eternos en la historia del club. El Loco Gatti, Pancho Sá, Mouzo, el Heber Mastrángelo, Feldman, Salinas, el Chapa Suñé, el Tano Pernía, el Chino Benítez, Marito Zanabria, y obvio, el Gran Toto Lorenzo.
Ya pasaron 33 años, luego vendría la Intercontinental en Alemania, la segunda Libertadores con goleada al Cali en la Bombonera, pero el camino se inició en la fría noche neblinosa de Montevideo, el 14 de septiembre de 1977…..Éramos tan jóvenes y tan felices…….
TOTO LORENZO, QUE TECNICO!!!
ResponderEliminarNO SE LE ESCAPABA UN DETALLE!
EL LOCO GATTI, MI IDOLO EN EL ARCO!