"Además de discontinua y vulnerable, nuestra Selección en estas Eliminatorias ha sido errante. Jugó una vez en el Malvinas Argentinas de Mendoza (1-0 a Uruguay); otra en el Estadio San Juan del Bicentenario (3-0 ante Colombia); dos en el Mario Kempes de Córdoba (2-0 a Bolivia, 0-1 con Paraguay) y cuatro en el Antonio Liberti de Buenos Aires (0-2 vs Ecuador, 1-1 con Brasil, 1-0 a Chile, 1-1 con Venezuela). La pobre estadística (41,6% de los puntos) en el ámbito porteño impulsó la mudanza al lugar donde Argentina aseguró una clasificación mundialista en su penúltima presentación oficial, 44 años atrás.
Alrededores de la cancha de Boca en la previa del partido de la Selección con Perú. (Alfredo Martínez)
Aunque el discurso más difundido se ocupe de recordar el 2-2 contra Perú en 1969 y la consecuente eliminación de México 70, el estadio boquense empujó mucho para que la Selección lograra el pase a Alemania 74. Fue el 7/10/73. Un bravo Paraguay se adelantó 1-0 y reinstaló los temores, pero una impetuosa Argentina lo dio vuelta con doblete del Ratón Ayala -el primero de penal- y una volea formidable de Chupete Guerini. “Fue muy importante la influencia de la Bombonera. Nos sentimos locales. Es un estadio más cerrado que el Monumental. Y eso se hace sentir. Creo que jugar ahí sirvió para clasificarnos”, le comentó Rubén Hugo Ayala desde México a un periodista de Clarín
A principios de la década del 70, Ayala -crack de San Lorenzo- promocionaba una marca nacional de botines con un recordado eslogan: “En Europa no se consiguen”.
En Europa tampoco hay canchas como la Bombonera. Lo avala un futbolista ya retirado, Pelé: “Jugué en todos los estadios del mundo y jamás sentí un terremoto cuando un equipo salía al campo como en la Bombonera”. Pelé la conoció en una final de Copa Libertadores, la que su maravilloso Santos -para muchos el mejor de la historia- le ganó 2-1 al Boca de Rattin y Rojitas en 1963.
Alrededores de la cancha de Boca en la previa del partido de la Selección con Perú. (Alfredo Martínez)
Acostumbrados al público tranquilo y a veces hasta silencioso de los escenarios donde lucen sus calidades todas las semanas, cinco argentinos pisarán hoy por primera vez un césped que -según testigos coincidentes- se mueve cuando salta la gente.
Los novatos son Romero, Fazio, Icardi, Dybala y, nada menos, Messi. Leo tuvo su bautismo en el Templo el 27 de diciembre de 2005, durante un amistoso benéfico en el que tiró alguna pared con Diego Armando Maradona, uno de los más ovacionados desde que ahí, en 1977, se puso por primera vez la celeste y blanca.
Alrededores de la cancha de Boca en la previa del partido de la Selección con Perú. (Alfredo Martínez)
“¿Nunca vieron a Messi tirarse a los pies de un rival?. En la cancha de Boca lo va a hacer”, se animó a pronosticar Blas Armando Giunta en el programa No Todo Pasa de TyC Sports. Blas escuchaba rugidos desde todas las bandejas cada vez que barría pasto, balón y adversario en la media cancha.
Ricardo Gareca, con lógica, trató de relativizar el efecto Bombonera. Y otro 9 con pasado de Selección, Hernán Crespo, buscó descalificar el estadio y el barrio, denunciando malos olores. Crespo supo decir otra cosa. ¿Qué razones lo habrán llevado a cambiar de opinión? Quizás esté confundido el fugaz DT de Módena y, en un momento así, le convenga leer las declaraciones de otro hombre que también fue goleador en River: “La de Boca, con la presión de la gente, es la única cancha donde realmente se siente la condición de local”. ¿Quién lo dijo? Ángel Amadeo Labruna, el 7/6/83 en la revista El Gráfico.
En esa cancha única es donde hoy juega Argentina. Y desde la salida del túnel se va a notar la diferencia."
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