Hay un responsable

   Que a esta altura del día no estemos escribiendo sobre una derrota catastrófica de Boca y en cambio lo hagamos sobre un “heroico” 3-3, tiene un responsable.

    Que el técnico de Boca no se haya ido insultado a coro por toda La Bombonera, tiene un responsable.

    Que esa banda que es hoy por hoy Boca no haya enhebrado otra derrota, tiene un responsable.

    Y ese responsable tiene nombre y apellido: Juan Román Riquelme. Solo a partir de su genio, su vergüenza y rebeldía, Boca pudo revertir un resultado que tenía visos de cambio de ciclo cuando Tigre se puso 2-0.

    En la exacta mitad del torneo, ya es hora de afirmar definitivamente, que Boca no juega a nada, o más específicamente no se puede entender a que quiere jugar. A lo que sea que intenta, seguro no lo está logrando.

   Ayer era un partido y un rival más que previsibles. Tigre iba a intentar (y lo hizo) plantear el partido en su campo con 2 líneas de cuatro, mucha marca sobre Román, presión sobre el que llevara la pelota en Boca y salida rápida vía Diego Morales (volvió loco a todo el sector defensivo de Boca hasta que salió extenuado) y tratar de aprovechar el momento goleador de Stracqualursi. Y hasta casi el final del primer tiempo les salió redondo. Dominaron tácticamente el partido en todo momento, de a poco se fueron atreviendo a atacar (la defensa de Boca es una invitación constante a ser agredida), y como quién no quiere la cosa metieron dos goles calcados, centro desde el costado (nadie marca bien las bandas en Boca), y Stracqua se hace un festín entre los centrales que miran y nada más, y marca dos goles de manual.

    Con el partido así, para el cachetazo final, se despertó Román, que ya venía siendo el mejor de Boca, el único que había inquietado a Tigre, reventando el travesaño y obligando a dos tremendas tapadas a Islas, se puso el equipo al hombro. Primero en gran combinación con Martín en el borde del área, asiste a Colazo para el descuento y minutos más tarde, cierra una buena escalada entre Clemente y Mouche para poner el empate. Todo esto en menos de diez minutos.

   En el segundo tiempo, cuando parecía que lo liquidaría Boca, volvió Tigre a manejar pelota y tiempos, nos metió contra el arco y promediando el período se les obsequió un penal (infantil falta de Ruiz), tercero de Stracqua y a otra cosa.

   Ahí volvió aparecer la vergüenza de Román, el resto acompañó y a diez del final Clemente clavó un golazo que apagó en algo el incendio.

   Pasó medio torneo, tenemos 2 puntos menos que a esta altura con Borghi, se está lejos de la punta y cerca del fondo. El promedio de la próxima temporada preocupa y mucho. El técnico prueba y prueba, pero no encuentra funcionamiento ni juego. El panorama es preocupante y desolador. Menos mal que está Román, el único responsable que esto no sea un incendio total.