20/11/22

Reflexiones mundialistas

El paso del tiempo es inexorable e inevitable. Después está la percepción que cada uno tiene de ese pasar. Depende de muchos factores, de la edad, de la situación personal, de lo que se espera que algo suceda. A veces parece volar, a veces quedar detenido. Pero, para los futboleros, la cita cada 4 años de un Mundial en algún lugar del planeta nos enfrenta a una dicotomía a propósito de ese pasar..."¡¡ya pasaron 4 años!!", sinónimo de rapidez..."llega el mundial y me acuerdo de aquel de 19..." como sinónimo de buena memoria y del transcurrir imparable.

Encima en estos tiempos de redes sociales, a la pregunta "¿qué gol gritaste más?" o "¿cual es tu primer recuerdo de un mundial?", si peinás canas y sabiendo la preeminencia centennial en esas redes, tomate un segundo y lee las respuestas. Te encontrarás con que si alguien rememora algo de USA 94, arriesga a ser tomado por "viejo", imaginate tirar algún recuerdo de Alemania, pero no del 2006, si no del que organizó la Alemania Federal en 1974. Directamente te recomiendan un geriátrico.

Este que se inicia será el Mundial 13 que he visto. Descartando Inglaterra 1966 (me faltaba un mes para nacer) y México 1970 (no había cumplido aún 4 años y encima no jugó Argentina), mis primeros recuerdos son de Alemania 1974. Más allá de los avatares (malos) de una Argentina que a gatas pasó la fase de grupos (incentivo mediante a Polonia frente a Italia) y que luego fue vapuleada por la Holanda del fútbol total, el niño que fui era "fan" de la Alemania de Beckenbauer. Recuerdo emocionarme con un 5-0 a Australia (ni loco busco la literalidad del recuerdo en google, para mí fue así y listo) y que pese a la "oposición" familiar "hinché" por los germanos en la final con Holanda. Y sobre todo recuerdo, viendo los festejos de "mi equipo", la sorpresa cuando al final de la transmisión, la cámara enfocó el cartel luminoso del Estadio Olímpico de Munich y estaba "hasta Argentina 1978"... guauuu...vendrán acá....pero falta tanto. Para un niño, 4 años es la eternidad. Y acá estamos 48 años después.

El pibe que iba a sexto grado vivió el del 78 con toda la emoción del fútbol, sin importar el contexto político del país. Vivir en una pequeña ciudad del interior de la provincia de Buenos Aires ayudó mucho a eso. Y como todos se sintió campeón del mundo en su inocencia.

El adolescente que siguió el de España 1982, lo hizo con la loca ambivalencia de estar en medio de una guerra suicida y siguiendo un mundial de fútbol. La esquizofrenia social llevada a su máxima expresión. 

El universitario que fui en México 1986, disfrutó el que fue sin dudas el mejor mundial para Argentina hasta ahora. Todo fue épico. Desde los cuestionamientos y las ganas de "matar" a Bilardo en la previa (no me vengan con otra cosa, que las banderas "Perdón Bilardo" testimonian que nadie, pero nadie en la previa daba 2 centavos por ese equipo), a cada partido, donde vimos brillar a un Diego estelar e irrepetible. 

El ya adolescente/adulto de prepo de 1990, disfrutó un mundial donde jugamos feo, pero fuimos pasando fase tras fase en base a garra, entrega, suerte cuando hizo falta, penales atajados y nos quedamos con las ganas en un final que tuvo el gusto amargo del penal que no fue sancionado en contra a minutos del final.

Y a partir de ahí, la percepción del tiempo fue acelerándose, y se fueron sucediendo sin pausa, la gran desazón de USA 1994 cuando estábamos para campeones y la maldita efedrina de Diego tiró todo por la borda. Francia 1998, con los pelos cortitos y la expulsión insólita del Burrito Ortega a minutos del final y que los holandeses embocaran un bochazo. Las trasnochadas de Corea Japón de 2002, cuando fuimos como ultra favoritos y nos volvimos en el grupo. La ilusión de Alemania 2006 con Pekerman en el banco y Román en la cancha, un equipo que brillaba y se mancó en cuartos de final en un partido de cambios insólitos y lesiones inoportunas, por penales y ante el local. Sudáfrica 2010 con Diego en el banco y un ya consagrado Messi, nos fuimos ilusionando de a poco y nos bajó Alemania de un hondazo. Brasil 2014, todo el morbo de jugar en lo del clásico rival, siendo locales en cada partido, llegando a la final y otra vez Alemania en el camino, cuando no. Y por último otra gran frustación, Rusia 2018, gran plantel, supuestamente el dt de moda y la amargura de ver que todos se llevaban mal, que se llegó a los tumbos a octavos y nos fuimos goleados.

Y acá llegamos. Clasificando con tranquilidad y a punto de enfrentar un grupo "accesible". Con ilusión y tranquilidad. Con la seguridad de contar con un cuerpo técnico coherente y un plantel ensamblado. Con Messi como eje, pero con un equipo alrededor a la altura. ¡Vamos Argentina!

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