Ha sido un año futbolístico muy cambiante y que termina de la mejor manera posible.
Se comenzó con la ilusión habitual y sabiendo que por historia, carencia de títulos en 3 años y el plantel que se había conformado, la obligación era de ganar todo, con el habitual orden de prioridades: Libertadores, torneo local y Copa Argentina.
Desde enero y hasta mayo, todo parecía correr sobre rieles. Pretemporada normal, con pocas lesiones (de gravedad solo la de Pavón), Copa y torneo se iniciaron de manera óptima; se ganó la fase de grupos con el 100% de efectividad y paralelamente se era puntero e invicto del torneo. Pero llegó mayo y todo pareció desbarrancarse. Si bien se inicio ganando el clásico, lo que consolido la punta del torneo, la serie eliminatoria de octavos de final de la Libertadores, resuelta con el conocido escándalo de La Bombonera y la eliminación en los escritorios de la Conmebol, trastocó todo, desde el andar del equipo hasta la consideración del público hacia el cuerpo técnico.
Hasta ese momento, Arruabarrena había recurrido a una rotación muy grande entre Copa y campeonato, con resultados óptimos hasta ahí. Esa traumática eliminación y resultados frustrantes a continuación en el torneo local (empate ante Independiente y derrotas consecutivas con Aldosivi y Vélez), trastocaron todo lo que se venía haciendo. Se le ganó a Newell´s, y, Copa América mediante, vino un paréntesis de un mes, que al que se aferraron plantel y cuerpo técnico para hacer borrón y cuenta nueva.
En el segundo semestre se acabó la rotación y la misma base se utilizó en todos los partidos de campeonato y Copa Argentina con el objetivo ineludible de ganar todos si o si. Se fue Osvaldo, en medio de conflictos personales, se fue Torsiglieri con un jugoso contrato en México, pero llegó la gran contratación. Contra toda lógica, Carlitos Tevez dio por terminado su vínculo con Juventus, despreció ofrecimientos de contratos millonarios y volvió a su casa, “para ayudar a pasar el mal momento y ganar todo”, y vaya si cumplió.
A partir de su llegada y definida una base titular, todo “volvió a la normalidad”, se ganó mucho y seguido y solo hubo dos momentos de zozobra, la derrota 3-4 ante Unión, en un partido de esos que se dan cada tanto y la increíble derrota ante San Lorenzo, por un error del pibe Bentancur sobre el final. Pero luego de esta última y de perder la punta, se ganó consecutivamente el clásico y tres partidos más, se recuperó la punta y se sacó una ventaja que terminó siendo indescontable en las últimas tres fechas, más allá de la derrota ante Racing.
Paralelamente, en la Copa Argentina, se apostó siempre a mantener el equipo titular y los resultados no se hicieron esperar. Se ganaron los 6 partidos en línea, y se recibió solo un gol en el propio arco. Lástima que se empaño un poco el final con el desastroso arbitraje que “beneficio” a Boca, aunque como siempre sostenemos, no se hace el mismo hincapié, cuando el desastroso arbitraje es en sentido inverso. Pero nadie podrá discutir nunca la justicia del logro obtenido.
Así llegamos a este noviembre. Bi campeones locales, sin nada para disputar mientras otros buscan las clasificaciones a las Copas, se supone que se harán dos o tres partidos amistosos en distintas provincias antes de licenciar al plantel en diciembre. Y diciembre, sin actividad futbolística, será trascendente en la vida institucional del club. Habrá renovación presidencial o se ratificará en las urnas la actual conducción. Ese clima político que irá in crescendo, ha sido el telón de fondo de todo lo sucedido en el año. Lo que hace valorar aún más lo conseguido. Desde acá solo queda esperar que los socios elijan lo mejor para el club.
Más allá del resultado electoral, que en gran medida determinará o no la continuidad del Vasco en la conducción técnica, oficialmente se volverá a competir el 3 de febrero por la Supercopa Argentina. Esta copa la disputan el ganador del torneo local y de la Copa Argentina, en este caso Boca ganó ambos, por lo que se enfrentará a San Lorenzo, subcampeón del torneo. Además de ser un título oficial, otorga la última plaza a la Sudamericana 2016, y para ambos, participantes de la Copa Libertadores, es la única posibilidad de clasificar a la misma. Pero para eso tenemos un largo camino por delante. Ahora toca disfrutar lo conseguido bien merecidamente.
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