12/9/22

¡¡A lo Boca!!

 Como manda nuestra historia. Como está grabado en nuestro ADN. Casi en un tributo al Boca del Toto, ayer se ganó un clásico de dientes apretados, peleando cada pelota como si fuera la última, con 7 amonestados, con un expulsado, con alguna contractura, con algún calambre. Como más nos gusta. Como más lo disfrutamos.

¿Importa que fue un partido chato, incluso aburrido para los neutrales?.  ¿Importa que los arqueros trabajaron poco y los delanteros preocuparon menos?

No. No importa. 

Lo que si importa, es que al menos ayer se cayeron varios mitos de esos que tanto propaga la patria periodistica. Se cayó el mito del gran estratega, el que sorprende con sus variantes tácticas, el que maneja su plantel con sabiduría y los jugadores le responden siempre. Pues no. Salió a jugar con línea de 5, pensando más en el contragolpe que en su mentada presión alta e intensidad. Tuvo que recular en el entretiempo y hacer 3 cambios, y rápidamente los otros 2 (uno obligado por lesión). Y nunca pudo tener el control del juego.

Porque se jugó a lo que quiso el equipo del dt interino e inexperto. Se jugó como quiso Boca. No hubo brillos, no hubo firuletes. Hubo dientes apretados y sobredosis de sudor. Se hicieron los cambios justos en el momento justo. Y mientras del otro lado entraban decenas de millones de dólares gastados en refuerzos, en Boca entraron, Medina, Molinas, Vázquez, Briasco y Zambrano. Tres pibes del club, uno que juega su segundo partido en 9 meses y solo el peruano calificaría como "refuerzo de jerarquía". 

Boca no tuvo una figura descollante, tampoco nadie flojo. Desde Rossi que respondió en el comienzo a Pipa que rompió su sequía, pasando por una zaga central de gran nivel y terminando en el sacrificio de todos.

Cuarto triunfo al hilo. A dos puntos de la punta. Mirá si no tenemos motivos para festejar e ilusionarnos con algo que hace un mes era una utopía.

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